viernes, 31 de enero de 2014

Fortuna

Enero de dos mil catorce desaparece en la historia mientras mi mujer y mi hija viajan en autobús hacia aquí desde direcciones distintas, una desde el oeste, la otra desde el este. Pude haber sido muchas cosas en el pasado, tal vez desprecié oportunidades, me equivoqué, no tomé las decisiones adecuadas, pero ser el lugar donde ellas confluirán excede cualquiera de mis ambiciones.

jueves, 30 de enero de 2014

Las artes de la guerra

Leyendo manuales como éste me pregunto: ¿en qué momento desapareció la sencilla idea de escribir diarios en la red, pues no otra cosa eran los blogs al principio?

Búsqueda de lectores, estrategias, ¡la heterodoxia de publicar en domingo! ¿En serio hay gente que escribe en internet como si trabajase en una compañía de seguros?

Si esto es (o era) una revolución es (o era) porque trascendía las artes de la guerra, los negocios, el cálculo predictivo, la ambición pedestre, la triste miseria comercial.

Pronto hará diez años que escribo en internet. Mis diarios me han permitido escribir y publicar libremente con total y absoluta independencia. Tengo lectores, más de los que jamás hubiera imaginado, y me relaciono con gran parte de ellos. Es suficiente para mí.

miércoles, 29 de enero de 2014

Un viaje nada más

De lo que tienes que darte cuenta es de que se trata de un viaje. Nada más.

martes, 28 de enero de 2014

Amor

Al entrar en Zaragoza desde la carretera de Logroño en dirección a la nueva estación del AVE la capital luce como una escena nocturna de ciencia ficción. Llovió hace poco y el asfalto brilla a la luz de miles de farolas. En la Avenida de Navarra giraré a la derecha y luego a la izquierda por la calle estrecha de los plátanos, después a la derecha y de nuevo a la izquierda hasta llegar a nuestra calle, que descenderé rumbo a la entrada del garaje. Tras aparcar subiré en el ascensor, llamaré a la puerta.

lunes, 27 de enero de 2014

Los años, los días

Vivir en un lugar es muy distinto a trabajar en él, esto es algo que constato cada día. Durante muchos años conducía desde Binéfar hasta aquí, atendía personas al otro lado de mi mesa y al terminar volvía a salir a la carretera de regreso a casa. No conocía el silencio nocturno de las calles de Barbastro, no conocía el ajetreo comercial de los sábados ni tampoco las campanadas de su catedral gótica anunciando la misa mayor del domingo durante nuestros paseos por las callejuelas del Entremuro. Conocía, eso sí, a mucha gente que me saluda cada dos por tres en el supermercado o cuando camino por la calle, lo cual no me molesta en absoluto, claro, ni siquiera si en alguna ocasión me paran para hacerme alguna consulta, es agradable echar una mano si se tiene la oportunidad de hacerlo.

A veces, como me sucedía en Binéfar, siento cierto vértigo ante la pregunta de siempre: ¿cómo demonios he acabado viviendo en esta ciudad? De acuerdo, sé racionalmente que tal cosa es el fruto de mis decisiones, desde luego, pero, al mismo tiempo, no sé, tengo la sensación clara, intensa, de haber sido arrastrado de algún modo por el azar, por la corriente de las edades, los años, los días, las noches como ésta.

domingo, 26 de enero de 2014

No libraré batalla alguna

No libraré batalla alguna.  Seguiré el camino que me había trazado al terminar el terrible año dos mil trece.  No tengo tiempo para tonterías.

sábado, 25 de enero de 2014

Algo que aprendí a hacer

Después de un largo paseo regresamos a casa y preparamos unas verduras al vapor. Pelando patatas recuerdo lo increíblemente difícil que semejante tarea me parecía cuando era un niño, ¿cómo era posible que mi madre pudiese retirar la piel con el cuchillo de un modo tan fluido, tan limpio y efectivo? Alguna vez me habían permitido intentarlo llevándome medio tubérculo por el camino: definitivamente pelar patatas era tan dificultoso como silbar, si no más.

Nunca he sido un buen silbador pero las patatas, ah, eso es otra cosa, a lo largo de mi vida de adulto he pelado cientos, tal vez miles de patatas, pelar patatas con un cuchillo es algo que finalmente, contra todo pronóstico, aprendí a hacer.

viernes, 24 de enero de 2014

La batalla vuelve a comenzar

La ansiedad no había sido vencida, sólo dormía dispuesta a despertar cuando yo más confiado me sintiera. Creía haber dejado atrás el cabo de Hornos y ahora reaparece entre la tormenta. La batalla vuelve a comenzar.

jueves, 23 de enero de 2014

En el silencio

La música y la poesía cobran todo su sentido no cuando interrumpen el silencio sino en el silencio que nace cuando han terminado.

miércoles, 22 de enero de 2014

Mayas en la nieve

Una pareja de rasgos mayas me dijo que nevaba abundantemente en Benasque cuando salieron de su casa rumbo al otro lado de mi mesa. Mientras hacía mi trabajo admiré discretamente su cabello negro azabache, sus perfiles resucitados de un friso escondido en la impenetrable jungla tropical. Luego se levantaron, se despidieron y se fueron.

martes, 21 de enero de 2014

Este es el tiempo

En el interior del lavaplatos el agua caliente es expulsada a toda potencia a través de los orificios de las palas giratorias de plástico. Mis pulmones se llenan de aire y después se vacían. Alrededor de mi pequeño apartamento los vecinos se recogen al terminar la jornada. En el hospital comarcal algunos mueren y algunos nacen. Escribo: «En el hospital comarcal algunos mueren y algunos nacen». Este es el tiempo, este el momento, no otro, no ninguno.

lunes, 20 de enero de 2014

Claudio Abbado, In Memoriam

He comido con tres amigas muy queridas. Después hemos dado un paseo por la pequeña ciudad y hemos tomado algo en una cafetería. Hacía frío en la calle. Cuando nieva en las montañas el aire que alcanza el somontano llega gélido y con sabor a hielo.

Al regresar a casa me he enterado de la muerte de Claudio Abbado, uno de mis directores de orquesta preferidos. Tenía ochenta años, una edad que, en opinión de la mayoría de los doctores que le trataron un agresivo cáncer de estómago en 2000, era muy improbable que cumpliera. Pero sobrevivió y resucitó cambiado, aéreo de tan flaco, intenso pero amable, humilde, tímido, más sabio y dispuesto a entregarse a la música desde el conocimiento renovado de lo que merece realmente la pena. En internet pueden encontrarse muchos de sus conciertos y, aunque la música es sonido y silencio más allá de la imagen, es maravilloso contemplar a Abbado dirigiendo una orquesta, el característico movimiento de su mano izquierda abierta en abanico, la batuta levitando verticalmente entre el pulgar y el corazón de la derecha y, sobre todo, la expresión de su rostro. Los cantantes de coro sabemos cuan importante es la expresión corporal y facial de quien nos dirige: Abbado era capaz de dirigir con el rostro, con la boca, con los ojos que a menudo cerraba como si quisiera disolverse en el poder de la belleza.

En la red pueden verse y escucharse muchos conciertos suyos enteros, mis favoritos son el Réquiem de Verdi que dirigió en 2002, agotado tras las operaciones que le habían dejado prácticamente sin sistema digestivo, casi despidiéndose del mundo; la novena de Mahler -ese adagio que detiene el corazón-, y el Réquiem de Mozart que dirigió en homenaje a su maestro Karajan, tan distinto de él y a quien sustituyó frente a la Filarmónica de Berlín en 1989 tras votación secreta de los músicos.

Siempre he pensado que la música es un refugio ante la intemperie del destino humano, no un consuelo sino un acto de valor y esperanza, la manifestación más pura del espíritu de nuestra estirpe. Que el peso de la tierra le sea leve.

domingo, 19 de enero de 2014

Tú sabes

Te miro subir las escaleras de la estación de tren de Monzón y regreso a Barbastro. Lloro un poco, no demasiado, ya sabes.  Porque te vas y no volveremos a estar juntos hasta el próximo fin de semana y eso. Tú sabes.

sábado, 18 de enero de 2014

Una diminuta luciérnaga

Al salir del Chanti nos despedimos y tomé la carretera nocturna. En treinta kilómetros no me crucé con un alma, lo que me permitió utilizar las luces largas durante todo el trayecto sin molestar a nadie. Por un un momento imaginé mi coche visto desde miles de metros de altura: una diminuta luciérnaga atravesando la superficie oscura del planeta dibujando curvas y rectas aparentemente aleatorias. Vivo en un mundo extraño y es el mío.

viernes, 17 de enero de 2014

Lo poderoso y trascendente

Apenas se ha extinguido el eco de la música navideña los coros comienzan a ensayar piezas de música sacra para los conciertos de Semana Santa. No deja de ser paradójico que a mí, ateo sin pretensiones, sea la que más me gusta y la que más disfruto cantando. No creo en dios pero sí en los maravillosos frutos del cerebro humano al imaginarlo: toda esa desesperada búsqueda de respuestas, el estremecimiento ante lo poderoso y trascendente, la piedad, el consuelo, la esperanza. Y después de ensayar vamos al Chanti a tomar unas cervezas.

jueves, 16 de enero de 2014

La mirada de un animal salvaje

El otro día Carlos nos contó que había vuelto a ver la raposa. Mi hijo estudia en una residencia a seis kilómetros de Huesca en medio del campo. Frente a sus puertas hay una zona de hierba con mesas de madera donde los chicos salen a almorzar y fumar un cigarrillo. El caso es que suelen tirar restos de comida y la fauna de los alrededores acude para dar cuenta del regalo. Carlos ya había sorprendido a ese mismo animal en ocasiones anteriores pero el otro día se alejó unos metros para mear y de pronto, cuando ya había empezado, la vio en la ladera de enfrente. Nos contó que estaba muy cerca y, al contrario que otras veces, la raposa no se espantó sino que se le quedó mirando fijamente, las orejas alerta, los ojos amarillos fijos en el adolescente que expulsaba un chorro humeante en el frío de la mañana. Nuestro hijo nos dijo que lo que verdaderamente le impresionó fue la naturaleza de su mirada, no tenía nada que ver con la de un perro doméstico, era algo muy diferente, dijo, la mirada de un animal salvaje, una mirada tan desconfiada e inteligente que casi parecía humana. Calibraba el riesgo, nos contó, y supo que él, en aquellas circunstancias, no era un peligro para ella, así que se detuvo unos segundos para examinarle y después desapareció.

miércoles, 15 de enero de 2014

Una dirección, un propósito

He salido a dar un paseo cuando ya había oscurecido, un pie delante del otro sin dirección precisa, girando en esta o en aquella esquina porque sí, camino de ninguna parte disfrutando del frío, la mente derivando de un pensamiento a otro con la misma ausencia de propósito que mis zapatos. Cuando me he querido dar cuenta estaba entre una plaza de toros que apenas se utiliza y una antigua iglesia renacentista desacralizada. En esta última asistí hace más de diez años a la presentación de un libro de poemas que después, por ser yo miembro del jurado de los premios literarios de la ciudad, acabó con una inesperada invitación a cenar junto a la escritora en cuestión y algunos comensales más. Fue una de mis últimas incursiones en ese mundo que tanto me decepcionó. Toda la juventud deseando ser escritor para descubrir que, además de escribir, había que ser un absoluto gilipollas para prosperar en ese ecosistema. Qué lejano y remoto me ha parecido todo aquello esta noche. Comenzaba a lloviznar de nuevo y he decidido regresar a casa un pie delante del otro, las manos en los bolsillos del abrigo, el frío en el rostro, una dirección, un propósito.

martes, 14 de enero de 2014

Felicidad

Por la mañana cayó una lluvia fina e ingrávida. El cielo tenía la textura y el color gris pálido de los días de nieve. Si hubiera hecho más frío las leves gotas de agua se habrían convertido en copos. Qué felicidad.

lunes, 13 de enero de 2014

Asesinos, criminales, canallas

Me llama mi madre por teléfono para decirme que finalmente va a hacerse el TAC en un laboratorio privado porque en el sistema público de salud debía esperar hasta septiembre. La prueba se solicitó, con carácter preferente, en diciembre, lo cual significa diez meses de espera ¡con carácter preferente! Ella tuvo en noviembre un ataque súbito de vértigos y vómitos que le hizo perder el oído izquierdo, donde desde hace muchos años llevaba instalada una prótesis interna. Los especialistas deben dilucidar si lo sucedido es debido a un movimiento de la prótesis o a otras causas, pero sin un TAC es imposible saberlo a ciencia cierta. Mi madre pasó muchas semanas con unos vértigos tan terribles que al principio no podía siquiera moverse por su casa. Afortunadamente el tratamiento farmacológico los ha amortiguado lentamente y ahora está algo mejor, aunque su calidad de vida se ha visto muy mermada. «¿Cómo voy a seguir así hasta septiembre?», me preguntaba hace un momento desde el otro lado de la línea.

Yo, que soy un defensor acérrimo de los servicios públicos, hace tiempo que la instaba a acudir a la medicina privada, al final lo importante es curarse y por suerte mis padres pueden permitirse pagar los doscientos y pico euros que cuesta la prueba, pero al colgar el teléfono no he podido evitar pensar en las miles de personas que cobran el subsidio de 426 euros mensuales que abona el Instituto Nacional de Empleo a aquellos que han agotado todas las prestaciones y cumplen determinados requisitos -porque ni siquiera todo el mundo en esas circunstancias tiene derecho a semejante miseria y existen en España ciudadanos que carecen absolutamente de ingresos y viven, literalmente, de la caridad de sus familiares, amigos, parroquias o asociaciones benéficas. Si cualquiera de estas personas o, tampoco hay que ir tan lejos, cualquier empleado que trabajando cuarenta horas a la semana percibe el salario mínimo español, es decir: 645,30 euros mensuales, uno de los más bajos de Europa; si cualquiera de estas personas, digo, se pusiera enferma y tuviera que hacerse una prueba médica de orden preferente como la de mi madre -¡no puedo imaginar la tardanza de las ordinarias!- tendría que esperar casi un año, y esto con plantas de hospitales cerradas y desiertas, máquinas inutilizadas por falta de personal especializado, etcétera.  No me cabe la menor duda de que cientos, acaso miles de pacientes, han muerto esperando su turno en las colas de la sanidad pública, lo cual convierte a quienes tomaron la decisión de recortar esas partidas en asesinos, criminales, canallas, hijos de puta como la copa de un pino, piltrafas humanas sin un ápice de consideración hacia sus semejantes. Es así de sencillo y desgarrador.

Le digo que cuando sepa el día del TAC me llame. Le digo que les quiero muchísimo y cuelgo.

domingo, 12 de enero de 2014

Imposibilidad

La tarde del domingo fluye lentamente hacia el futuro. Nada podrá detenerla.

sábado, 11 de enero de 2014

El precio de la libertad

Me siento culpable por no haber acudido esta noche al ensayo del coro. No lo suficientemente culpable como para rasgarme las vestiduras y azotarme la espalda con el cinturón, pero sí un poco culpable. Es el precio de la libertad.

viernes, 10 de enero de 2014

Privilegio y honor

En una de las dos sillas que hay al otro lado de mi mesa una mujer lloraba por su hijo muerto en un accidente de tractor a los veintidós años de edad; en esa misma silla, un rato después, otra mujer daba de mamar discretamente a su bebé de cinco días mientras yo le tramitaba la prestación de maternidad. No hay mañana en la que no sienta el privilegio y el honor.

jueves, 9 de enero de 2014

Y sin embargo

Comprendo que para poder vivir con un nivel tolerable de estrés es necesario creer que todos los días son y serán más o menos similares, que los acontecimientos fluyen y seguirán fluyendo sin demasiado ruido, que lo que nos rodea es aproximadamente previsible. Así es como debe ser, y me parece bien: nuestra afinación, nuestra armonía, es el fruto de miles, de millones de años de evolución. Y sin embargo.

miércoles, 8 de enero de 2014

Cruceros espaciales

Pienso en las viviendas como naves desde que era muy pequeño. Submarinos, cruceros espaciales, buques mercantes. Lo mejor es que ni siquiera es una metáfora porque navegamos de verdad.

martes, 7 de enero de 2014

Cerebro corrugado

Los martes abrimos al público hasta las siete de la tarde. Cuando salgo de la agencia comarcal ya es de noche. Compro tomates de colgar en una frutería y vengo a este apartamento que todavía siento tan nuevo y tan insólito. Junto al portal hay una empresa de paquetería y diseño gráfico donde trabajan una chica y un chico. Cada día los veo varias veces a través del escaparate, cada día ellos me ven a mí, nos miramos y nada más. Siento que se acerca el momento en el que les saludaré desde el otro lado del cristal, ¿qué otra cosa puede hacer un ser humano cuando se cruza con alguien a diario? Me lo pide el cuerpo y me lo impide mi pequeño cerebro corrugado, ese pequeño monstruo de zumbido permanente contra el que luchan los rítmicos latidos de mi corazón.

lunes, 6 de enero de 2014

Irse y llegar

Nos hemos besado, has salido del coche y te has alejado hacia la estación. Nunca quieres que te despida en el andén y te comprendo, yo tampoco lo querría, no nos gustan esas cosas. Aunque no deja de ser curioso que cuando llegas sí, entonces sí te guste verme allí esperándote. Ambos sabemos bien cuán distinto es irse y llegar.

domingo, 5 de enero de 2014

Escalofrío de felicidad

Los restos de confeti sobre el asfalto. El brillo en los ojos de los niños que regresan de la cabalgata. Yo fui uno de ellos. Recuerdo perfectamente el escalofrío de felicidad que me recorría la espalda al pensar en mañana.

sábado, 4 de enero de 2014

Que el amor es verdad

Por la mañana el mar estaba tranquilo, casi sólido como el mercurio bajo un cielo gris que anunciaba lluvia. Después de comer en un restaurante junto a la playa mi amigo y yo hemos caminado despacio por el largo paseo marítimo. Hacía un año y medio que no estábamos juntos pero ha sido como si nos hubiésemos visto ayer. Cuando nos hemos despedido llovía a cántaros, igual que los primeros ochenta kilómetros hasta dejar Barcelona atrás. Que el amor es verdad lo confirma, entre otras cosas, la existencia de la amistad.

viernes, 3 de enero de 2014

Cenicienta

Había olvidado esta premura de Cenicienta: el día termina y antes de que desaparezca para siempre necesito escribir algo pertinente, algo significativo siquiera para ti y para mí. Que mi hija ha venido hoy de Zaragoza, por ejemplo, y ahora mismo estudia sentada al otro lado de la mesa del salón, su cabeza inclinada sobre los libros, tan seria y concentrada.

Mañana, en este baile de peonzas que es mi pequeña familia en los últimos tiempos, la llevaré a su piso de la calle Provenza en Barcelona y después seguiré viaje hasta Blanes para comer con un amigo al que no veo desde hace demasiado tiempo. Tengo ganas de pasear a la orilla del mar. Ah, el mar.

jueves, 2 de enero de 2014

Furtivos

Caminamos de la mano como cuando éramos novios. El suelo está mojado porque llovió brevemente antes de que saliésemos del apartamento. Algunas personas me saludan con un hasta luego, un hola o un discreto movimiento de cabeza. Los adornos luminosos brillan en las calles y los escaparates de esta pequeña ciudad de provincias mientras la navidad empieza a desvanecerse. No falta mucho para que los reyes magos partan, furtivos, antes del amanecer.

miércoles, 1 de enero de 2014

Todo comienza

Hace pocos días vomitaba arrodillado delante de un retrete. En este mismo instante el frío arrasa las calles de Barbastro cubriendo de hielo los parabrisas de los coches aparcados en las aceras. Nada es nuevo. Todo comienza.