viernes, 16 de mayo de 2014

Que la lluvia

Hoy se cumplen justamente diez años de mi primer texto en un blog. Aquel cuaderno de bitácora inicial se titulaba «Innisfree», y el post lo escribí la madrugada de un domingo 16 de mayo de 2004 a las 00:37 horas:

PÁJAROS

En el contrapeso de la grúa que hay frente a mi casa anidó una pareja de cigüeñas. Por increíble que parezca, los giros y movimientos de la estructura no impidieron que naciesen dos pollos que crecieron y a día de hoy ya saben volar. El claqueteo con el que se comunican es parte de mi cotidiano paisaje sonoro.

En el alero del tejado de mi casa hay varios nidos de vencejo. Ya estaban cuando vinimos a vivir aquí. Los pájaros van y vienen con la nerviosa velocidad que les caracteriza, y no nos temen. A veces salimos al balcón a contemplar cómo alimentan brevemente a los pollos insaciables en sus cuevas colgantes de cerámica. A la caída de la tarde bandadas de vencejos vuelan y revuelan veloces, quebrando su rumbo una y otra vez.

Cuando yo era pequeño tenía muchos pájaros en la cabeza. Eso me decían. Ahora soy mayor y contemplo los pájaros mientras riego las macetas: las cigüeñas son aparatosas y prehistóricas, los vencejos se comportan como grandes insectos de lomo azulado y alas de flecha.

En mi cabeza los pájaros fueron sustituidos por mamíferos, aunque eso es algo que nadie me dice hoy. Donde había un bosque lleno de trinos y ruido de alas ahora reinan los plantígrados.

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Hace diez años yo tenía veinte años menos, eso siento esta noche. No solamente era más joven sino más inteligente y, me doy cuenta, escribía mejor.

Esto es algo que la juventud desconoce: la vida es un continuo donde brillan y se apagan estrellas y galaxias, lo cual permite, sorprendentemente, que florezcamos y nos marchitemos a lo largo de su decurso al margen de nuestra edad y nuestras experiencias. Yo, por ejemplo, sé que nunca he sido tan tonto, vago e ignorante como ahora, pero confío en que también estos meses estériles, como mis épocas de esplendor, se desvanecerán.

He escrito mucho, muchísimo. Innisfree, mi querido Cuaderno de un hombre de cromañón, las fructíferas cinco estaciones, este pobre y residual cementerio de elefantes llamado Cabo de Hornos.  Diez años.  Pensé cada palabra antes de teclearla en la pantalla del ordenador, y a menudo volví a pensarla y corregirla mucho después de que hubiese sido publicada, a veces una y otra vez obsesivamente hasta terminar eliminándola para siempre.

No me siento orgulloso de nada, ni siquiera de mis hijos, a los que amo incondicionalmente. He leído más de lo que he escrito y sé algunas pocas cosas, muy pocas: que la tierra será engullida y destruida por el sol en el inevitable proceso de su propio colapso estelar; que cuando siento tu cuerpo entre mis brazos de oso me siento el musculoso dios más poderoso del Olimpo; que no hay melodía más hermosa que la lluvia.

11 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Muchas gracias por todo lo que has escrito en estos años.
Quizá ahora tengas más vértigo ante lo que escribes: es señal de madurez, de exigencia. No escribes peor, escribes mejor, con más hondura (aunque menos de lo que a mí me gustaría).

Anónimo dijo...

Admirado Jesús. Puede q escribas menos q en otras épocas pero no peor.
Lo haces fenomenal. O por lo menos, a muchos nos encanta. Q con la edad se pierden facultades? Pues seguramente. Nos pasa a a todos. Pero salvo q pases por el mundo como una ameba, también n se gana algo en sabiduría, no? Pues a disfrutar lo q toca! Q lo importqnte ya veo q lo tienes claro.

Y basta ya de osos y chanfainas q en el twitter sales estupendo! Jaja

molinos dijo...

En estos diez años nos hemos encontrado. Para mí, ya han merecido la pena.

Un beso enorme.

NáN dijo...

Me hace feliz haberte leído una buena parte de esos 10 años.

Jesús Miramón dijo...

Gracias.

http://youtu.be/pr9mirFYuVE

CG dijo...

Tus textos tienen el mérito de quien escribe sobre sobre sí mismo y al mismo tiempo sobre todos los demás. Del que habla de la Vida mientras cuenta pequeñas anécdotas de la suya. Hemos estado en el Chianti, bebiendo con el coro de Binéfar, viajando entre Binéfar y Barbastro a través de la niebla, en una casa escocesa y durmiendo un viejo piso de Zaragoza a través de unas pocas líneas en un blog. Yo también escribo alguna vez pero soy incapaz de conseguir nada de eso. Felicidades por los 10 años.

Jesús Miramón dijo...

Muchas gracias, Carlos.

giovanni dijo...

Estás vivo o viva, no sé cual de las dos palabras es correcta. Como sabes, mi remedio, mi refugio es que escribo en un idioma que nunca es perfecto porque me es ajeno pero propio a lavez: una lengua no maternal ni paternal, aunque los dos sabían idiomas latinos. A pesar de todo eso me identifico fácilmente contigo, hasta en los diez años que se convirtieron o volvieron veinte. La única diferencia es que no pienso que antes escribí mejor. Sigo escribiendo aunque sé que no escribo bien y que tengo poco a contar y que poca gente me lee. Y sigo filmando, menos que antes, y nunca haré una película de gran interés o para un público grande, que no es lo mismo. Lo sé, nuestras circunstancias son diferentes. Pero con esa certeza de que el planeta va a morir y que nosotros vamos a morir novivimos en circunstancias tan diferentes. Me identifico con lo escribes, fuera de ti y dentro de ti. Bueno, todo está dentro, y afuera a la vez.

Un abrazo lejano cercano

Jesús Miramón dijo...

Muchas gracias, Giovanni, abrazo.

Elvira dijo...

El nuevo esplendor que surge después de un período largo de sequía tiene un sabor distinto. No digo mejor ni peor.

Me alegra haberte conocido y leído estos años (no los 10, pero unos cuantos ya). Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Lo mismo digo, Elvira. Un beso,