viernes, 12 de julio de 2013

La última frontera

Las hélices del ventilador se hacen invisibles al girar en su jaula metálica.  Me impulsan hacia adelante y, si cierro los ojos, me elevan sobre este caluroso verano de mudanzas, cajas de cartón abiertas, calor africano, una casa destripada.  Anochece perezosamente en la terraza.  Chillan los vencejos en el cielo del horno. Contemplo el ventilador y me regalo el pensamiento de un hidroavión sobrevolando las gélidas montañas de Alaska, la última frontera.

10 comentarios:

Paco dijo...

Lo que me asombra de las mudanzas es todo lo que puede caber en apenas unos metros cuadrados...

No me extraña que quieras estar sobrevolando Alaska o cualquier otro lugar lejano.

Jesús Miramón dijo...

Es una tarea de titanes, algo terrible. Y cuanto más grande es la casa más cosas acumulas.

Y qué calor, Paco. Si es molesto preparar una mudanza más lo es prepararla en pleno verano ibérico. Qué calor.

En Alaska hay nieve, hielo, montañas blancas...

NáN dijo...

Tienes que cuidarte mucho, Jesús. Una mudanza no solo agota físicamente; es un reto, al tener que tomar decisiones rapidísimas sobre cómo desmontar piezas y guardar las partes y los tornillos. Y espiritualmente, el abandono de centenares de pequeñas tonterías que hemos ido acumulando.

Y encima, con calor.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Nos lo hemos tomado con calma, de hecho hasta finales de agosto no nos mudamos definitivamente, así que vamos haciendo cajas cuando nos apetece y hace un poco menos de calor, que en estos días es casi nunca.

Un abrazo, Nán.

Angela dijo...

Lo de Alaska es un mito, allí también hace calor. A veces, en algunos lugares de Alaska, hace más calor (o menos frío en invierno) que en South Dakota. Ahora mismo he mirado y hay 28 grados Celsius, y son allí las ocho y cuarto de la tarde.
¿Adónde os mudáis?
Yo llevo dos meses y medio de auténtica locura, en una especie de mudanza permanente. Y con un calor de pradera americana, unas moscas que parecen bulldogs y el temor constante de encontrarme a la serpiente de cascabel que se encuentra en las inmediaciones. ¡Ah, la naturaleza, qué hermosa es!

Jesús Miramón dijo...

Ángela, ¿no sabías que soy un mitómano empedernido? Para mí Alaska es Jack London y trineos tirados por perros y lobos persiguiéndome a través de la tormenta de nieve y montañas y glaciares... Seguro que allí hace calor pero las ensoñaciones son acontecimientos ajenos a la realidad.

Sobre las mudanzas, algo escribí el otro día

Angela dijo...

Ah, pues nada, nada, a darle al mito con fuerza. ¿Has visto Into the Wild?
Eso es más que una mudanza, eso está cerca de lo que se cuenta en Into the Wild (bueno, exagerando un poco).

A filla do mar dijo...

Ánimo, Jesús.

Un beso.

Portarosa dijo...

Me imagino. A mí ya me cuesta, con este calor, cambiar las toallas de bolsa...

(Aquí también ha habido mudanza. ¡¿Cuándo has cambiado los enlaces de lado?! )

Jesús Miramón dijo...

Filla, Porto, el otro día contábamos M. y yo las mudanzas que habíamos hecho a lo largo de nuestra vida y nos salían ocho en pareja dejando fuera las individuales durante las épocas en las que, como la que se avecina, hemos estado separados (gajes de los empleados públicos). Ahora llevábamos trece años sin movernos y se nos había olvidado.

Besos.