sábado, 30 de noviembre de 2013

Cabo de Hornos

Darme cuenta de que a pesar de la edad continúo viviendo en submarinos, barcos, naves estelares -cada puerta una escotilla, cada ventana un ojo de buey.

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Tu cálido cuerpo duerme aquí a mi lado, a salvo del intenso frío que barre las calles desiertas de esta ciudad que nunca imaginamos, y eso es todo lo que importa.

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Siempre somos los mismos, nada cambia, sólo se precipita.

4 comentarios:

Paco dijo...

Sí, pero hacia dónde...

Jesús Miramón dijo...

El poeta lo dijo: hacia el mar.

giovanni dijo...

Me gusta haber aprendido el significado de escotilla, una palabra que no conocí a pesar de haber vivido 11 años en un barco o, como lo dice wikipedia, en un buque primitivo, en que las escotillas se cerraban mediante una serie de tablones de madera, denominados cuarteles, que a su vez se apoyaban sobre vigas de quita y pon, denominadas baos.
Una vez cubierta toda la superficie de la escotilla, estos cuarteles se cubrían con unas lonas de algodón o de alguna otra fibra vegetal impermeabilizada con sebo animal, que se conocían con el nombre de encerados y que luego fueron reemplazados por lona sintética. Tuve que cambiar las lonas de algodón por lonas sintéticas y, después de vientos fuertes que soplaban incluso en el río Amstel donde nuestro barco estaba atado (no anclado, la ancla quedaba adentro).

La imaginación no abarca todo lo que uno pueda vivir. Felizmente tienes un cuerpo cálido que duerme a tu lado. Muchas veces cuando me acuesto le doy a Aafke el piropo de que ella es una estufa.

Los precipitos me encantan, a veces.

Abrazos

Jesús Miramón dijo...

Un abrazo, Giovanni.