A las cinco de la madrugada me despertó la tormenta. Truenos, relámpagos y después la lluvia. Por la mañana, camino del trabajo, ya no llovía, pero permanecían los charcos en la calle y el río Vero fluía de color café con leche. Fui el primero en llegar a la agencia y al encender las luces y comenzar a abrir los ventanales sentí de pronto, no sé por qué, un ataque de esperanza.
viernes, 19 de septiembre de 2014
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6 comentarios:
Yo no tengo mucha esperanza ultimamente pero la lluvia me reconforta muchísimo.
Para los miembros de la tribu a la que tú y yo pertenecemos la lluvia es sangre, sudor, médula espinal. Nuestras células comparten identidad con las de los helechos.
confirmo lo que comentas de Molinos y de ti.
Hoy daban los meteorólogos daban lluvia en Barbastro y no ha caído ni una gota. No tienen ni idea. Tal vez mañana.
El clima es un sistema caótico -lo dicen en la página del Ministerio para justificar sus errores- como la política, la economía y nosotros mismos. Es lo que justifica todo esto y de paso nos justifica.
Qué suerte, un ataque así.
Un abrazo.
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