jueves, 11 de abril de 2013

Una bondad verdadera

Un hombre de Barbastro, un trabajador normal y corriente llamado Julio, ha cobijado en su casa durante muchos meses a un amigo enfermo de cáncer, un antiguo compañero de trabajo que había agotado el paro, soltero y sin familia en España. Cómo dejarlo en la calle, le contó a su vecina, cómo negar la hospitalidad a alguien que lo había perdido todo. Él y su mujer le dieron a Abdeslam cama, comida, compañía, le llevaron a quimioterapia, le cuidaron, se ocuparon de él sin esperar ni recibir nada a cambio. Y no lo pregonaron, en absoluto, yo me enteré de casualidad porque aquella vecina es precisamente una de mis compañeras de trabajo.

En este tiempo de derrumbe y expolio, en esta época de desmantelamiento y destrucción de lo mejor que la política llegó a construir tras la segunda guerra mundial; en este periodo de cinismo, desprecio y violencia de las élites políticas y económicas hacia los ciudadanos normales y corrientes, historias como la de Julio y Palmira y Abdeslam me reconcilian con mi especie y mantienen a raya las negras sombras que a veces asoman al final de mi esperanza.

9 comentarios:

Diva Gando dijo...

Que gustó leerte!

Jesús Miramón dijo...

Y qué gusto verte por aquí, Diva.

Elvira dijo...

Me emociona profundamente, y me saco el sombrero.

Un abrazo, Jesús

Elisa dijo...

Gracias, gracias, gracias...
Nos hace falta oír de la bondad de las personas. Nos da fuerza para seguir en lo que creemos.
Como tú dices, sale por los poros de nuestros cuerpos el derrumbe, desmantelamiento, vergüenza y dolor al que nos sentimos sometidos por el mal hacer de unos pocos.
Primera lectura en el amanecer del día. Otra vez, te lo agradezco!!
Besos madrugadores.

Jesús Miramón dijo...

La gente común y corriente es la sal de la tierra. Yo, lo he escrito muchísimas veces, admiro a las personas normales que cada mañana se levantan con la esperanza de salir adelante sin hacer ningún daño ni convertirse en unos hijos de puta. Son héroes míticos, homéricos. A menudo trabajo frente a ellos.

Besos.

giovanni dijo...

Qué gusto leer cinco entradas en un solo tirón, amigo, desde "El mismo azul" hasta "Una bondad verdadera" !

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Un abrazo, Giovanni. Y gracias.

NáN dijo...

Más de cien mil familias han sido echadas a la calle. Pero en la calle se ven pocas (al menos, yo no he visto). ¿Qué padres, abuelos, hermanos, primos, amigos, conocidos los albergan?

Que este país no haya estallado todavía se debe al cuidado exquisito y bueno de otras gentes que todavía tienen algo y lo dan.

También me reconforto de esa calidez meridional.

Jesús Miramón dijo...

Tú lo has dicho, Nán, yo conozco casos en primera persona: hermanos que ponen un poco cada mes para que el que perdió empleo y desempleo pueda tirar adelante, infinidad de pensionistas que están alimentando a hijos y nietos, amigos como en el caso de Julio y Abdeslam.Y, como tú, estoy convencido de que si todo no ha estallado todavía se debe a ese enorme y sencillo ejercicio de solidaridad diaria y anónima.

Por otra parte pienso también que si los abusos y la injusticia continúan no sé qué puede -justificadamente- llegar a pasar.