Trasladando ropa desde la lavadora hasta la secadora echo un vistazo a la calle: cuatro niñas caminan alegremente por la acera con cuatro guitarras en sus fundas colgadas a la espalda. El último sol de este día se refleja en las fachadas de los últimos pisos del edificio de enfrente.
Sé que nada de todo esto significa nada, cómo no habría de saberlo a mi edad, pero durante un instante me regocijo en la belleza de la luz de cobre viejo y pienso en mis hijos, en mi mujer, en el amor. Después termino mi tarea.
lunes, 12 de mayo de 2014
Luz de cobre
Publicado por Jesús Miramón a las 21:21
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3 comentarios:
Lindo, lindo, y muy fílmico.
Un abrazo
un raro momento de "regalo". Yo suelo tenerlos en LM, en Madrid raramente.
Besos
Pero siempre estás atento, Jesús.
Un abrazo
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