jueves, 27 de junio de 2013

Círculos

Todavía no navego en mar abierto. A veces, en la bruma del amanecer, escucho el lejano bramido de las olas golpeando violentamente los acantilados.

Últimamente siento que he perdido el rumbo y camino en círculos ascendiendo y descendiendo las mismas dunas de arena.

La noche gira sobre mi casa. No hay mar ni desierto, sólo yo escribiendo en esta pantalla blanca.

lunes, 24 de junio de 2013

Invictus

Se dice que este poema acompañó a Nelson Mandela durante los veintisiete años que estuvo en prisión. No sé si es verdad o forma parte de la leyenda, pero en cualquier caso es un poema que a mí siempre me emociona hasta el tuétano. Ahora mismo Mandela se enfrenta finalmente a la noche definitiva. Más allá de las miserias mundanas de este desenlace rodeado de familiares y periodistas, estoy seguro de que Madiba cruzará el portal erguido y sin miedo, su alma invicta, su destino cumplido.

INVICTUS

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.

En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el horror de la sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley

Vuelo rasante

Aquel verde esmeralda de los campos de cereal se ha convertido en este dorado amarillo sobre cuyas espigas las golondrinas cazan en vuelo rasante. Pienso en el verano y siento la difusa certeza de que, a partir de ahora, no debería despreciar nada. ¿Cuántos veranos más podré quejarme del calor? ¿Veinte? ¿Treinta con suerte? No me parecen muchos ahora. Oh, cuánto nos admiro, cómo me conmueve mi propia especie, capaz de disfrutar y explorar el mundo sabiéndose al borde del abismo.

viernes, 21 de junio de 2013

Bye, Tony

Me ha afectado mucho la muerte inesperada del actor James Gandolfini, el extraordinario intérprete de Tony Soprano. Me enteré a primera hora de la mañana a través de la radio, mientras preparaba bocadillos y desayunos, y me quedé estupefacto. Fui a decírselo a Maite, le dije: «Se ha muerto James Gandolfini». «¿Quién?», preguntó ella. «Tony Soprano, se ha muerto Tony Soprano de un ataque al corazón», le contesté.

Es curiosa la relación personal que los mitómanos tenemos con nuestros objetos de admiración, el vínculo solitario y ajeno a la lógica que establecemos con ellos.

Yo descubrí «Los Soprano» mucho después de que fuese calificada como una de las mejores series de televisión de la historia, pero cuando lo hice caí rendido a sus capítulos y, sobre todo, caí rendido ante el talento de James Gandolfini. Como los grandes -John Wayne, Spencer Tracy, Richard Widmark, Robert Mitchum- Gandolfini ocupaba y ganaba la escena con su sola presencia, el volumen de su cuerpo, su mirada, su tensión interior, el modo de moverse, su manera de escupir las palabras.

Tony sobrevivió a la bala de tío Junior pero James no ha podido sobrevivir a su corazón. Sólo tenía cincuenta y un años. Si nunca has visto «Los Soprano» ve corriendo a disfrutarla: es una obra de arte que jamás podrás olvidar.

lunes, 17 de junio de 2013

Paquidermo

Primero escucho los truenos, los aparatosos y retumbantes truenos que transforman el aire de este planeta en la tensa piel de un tambor, y después la lluvia que repiquetea en todas las cosas y alivia el bochorno de la jornada. Algunos pájaros sorprendidos vuelan bajo la tormenta y me pregunto cómo sus pequeños cuerpos de plumas y huesos huecos son capaces de soportar el bombardeo sin caer derribados. Apoyo mi sólido cuerpo de paquidermo en el quicio de la puerta de la terraza y contemplo asombrado el milagro de este mundo tan real y verdadero.

viernes, 14 de junio de 2013

Capa de estrellas

El cabo de Hornos va quedando atrás. No volveré a ver tierra en mucho tiempo. La noche vela mi viaje con su capa de estrellas.

sábado, 8 de junio de 2013

Entre dos mundos

Esta madrugada ha llovido con tanta intensidad que el ruido del agua contra el cristal de la claraboya me ha despertado.

Pero no he abierto los ojos, lo que he hecho ha sido permanecer en la misma posición y permitir que ese sonido se infiltrase en mi sueño antes de regresar a él.

miércoles, 5 de junio de 2013

La mujer de Benasque

La mujer de Benasque de ojeras profundas dice: «Me tumbaré en la cama y ya no me levantaré nunca más».

Yo pienso: no me digas eso, por favor, no me digas eso, te lo ruego, te ayudaré todo lo que pueda y más todavía pero no me digas que si fracaso te tumbarás en la cama y ya nunca más te levantarás, no me digas eso, por favor.

lunes, 3 de junio de 2013

El sentido de la vida

El sábado se había convocado una comida familiar en el huerto de mis padres que finalmente resultó ser, para mi hermano gemelo y para mí, un banquete sorpresa en el mejor restaurante de la ribera de Navarra. ¡Me parece increíble que todo el mundo lo supiera menos nosotros, que nadie se fuera de la lengua! «Cincuenta años no se cumplen todos los días», dijo mi madre. El banquete y los regalos, absolutamente inesperados, me conmovieron profundamente (yo conozco el sentido de la vida: el sentido de la vida es ser querido, ser discretamente amado por otros).

Hace unos minutos Paula me ha llamado para decirme que -ella y tres personas más- ya habían encontrado un piso en Barcelona. Este verano se quedará en la ciudad haciendo prácticas en un laboratorio de la Universidad. El entusiasmo y la vitalidad de su voz fluían del teléfono móvil a mi cerebro como una medicina. Yo también ando buscando piso en Barbastro, a donde me mudaré en agosto. A Maite le han dado plaza en un instituto cerca de nuestra casa en Zaragoza y Carlos, si no cambia de opinión en el último momento, quiere estudiar en la escuela de guardas forestales de Jaca, así que el curso que viene es posible que los cuatro miembros de mi familia vivamos en cuatro lugares diferentes.

Ahora escribo que repican las campanas eléctricas de la iglesia de San Pedro y lo hago sabiendo que he escrito lo mismo muchas veces, igual que sucede si escribo que en el pequeño parque bajo nuestra terraza los niños juegan y chillan como si estuvieran siendo masacrados por los soldados de Herodes. Suena también el tubo de escape de una motocicleta que se aleja. El zureo de una pareja de tórtolas turcas que ha venido a beber agua en los vasos de nuestras macetas. El sol brilla entre las camisas tendidas.