Darme cuenta de que a pesar de la edad continúo viviendo en submarinos, barcos, naves estelares -cada puerta una escotilla, cada ventana un ojo de buey.
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Tu cálido cuerpo duerme aquí a mi lado, a salvo del intenso frío que barre las calles desiertas de esta ciudad que nunca imaginamos, y eso es todo lo que importa.
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Siempre somos los mismos, nada cambia, sólo se precipita.
sábado, 30 de noviembre de 2013
Cabo de Hornos
Publicado por Jesús Miramón a las 23:55
domingo, 24 de noviembre de 2013
Patatas
Decididamente a lo que más se parece mi cabeza es a una patata. Me quito las gafas, me aproximo un poco más al espejo del cuarto de baño y lo confirmo: mi cabeza es una gran patata de ojos pequeños, nariz de topo y barba desaliñada. Después me alejo, me pongo las gafas y, ya casi fuera del lavabo, veo en el espejo un hombre extraño, un señor al otro lado de la calle esperando el cambio de color en el semáforo, un vecino que sale del ascensor, un cliente aguardando su turno en la cola del supermercado. Si no fuese por el amor de quienes me quieren desaparecería del mundo sin siquiera darme cuenta, antes incluso de morir.
Publicado por Jesús Miramón a las 20:55
lunes, 18 de noviembre de 2013
jueves, 7 de noviembre de 2013
Ningún mástil
Mi mujer duerme en Zaragoza, sola en la gran cama de matrimonio frente al armario que compramos el otro día en Ikea. Mi hija hace lo mismo en Barcelona, no sé si en su pequeña habitación de la calle Provenza o en el dormitorio de Marc, al otro lado de la ciudad. Mi hijo duerme en su cuarto de la residencia de estudiantes a seis kilómetros de Huesca, rodeado de campos de maíz, labrantíos y rotondas de carreteras. Yo escribo. Lo hago por primera vez en mucho tiempo y las palabras brotan despacio, cada una sólida y rotunda, de modo tan distinto a cuando fluían como un arroyo de montaña. Pero ahora lo único que me preocupa es la armonía, la afinación. Cuatro cuerdas sin ningún mástil, sólo el tiempo, sus olas.
Publicado por Jesús Miramón a las 0:17