miércoles, 3 de diciembre de 2014

Puerto de partida

Hoy quedé a comer en Binéfar con mis amigas y compañeras de la coral más queridas. Mientras conducía de regreso a Barbastro recorriendo los kilómetros que devoré tantas y tantas veces caí en la cuenta de que, como les había sucedido a otros navegantes antes que a mí, finalmente las tormentas del cabo de Hornos se habían limitado a empujarme con furia al puerto de partida.

martes, 23 de septiembre de 2014

Pacífico e inmenso

Y aquí, con esperanza incierta y luces pocas, termina mi travesía del cabo de Hornos. Me siento cansado ahora que, después de tanta batalla estéril, ya no escucho el ruido de las olas rompiendo contra las rocas. Lo que me espera es pacífico e inmenso.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Charcos en la calle

A las cinco de la madrugada me despertó la tormenta. Truenos, relámpagos y después la lluvia. Por la mañana, camino del trabajo, ya no llovía, pero permanecían los charcos en la calle y el río Vero fluía de color café con leche. Fui el primero en llegar a la agencia y al encender las luces y comenzar a abrir los ventanales sentí de pronto, no sé por qué, un ataque de esperanza.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Un caballo es una opción

Un caballo es una opción. Miras una película bélica en la televisión de tu casa y tu caballo, allí en la hípica a la que pagas un alquiler por su tutela, duerme con la antigua e intermitente inquietud de los herbívoros. Tu caballo de cuatrocientos kilos duerme; el caballo que te sigue allí donde vas y come manzanas verdes de tu mano, duerme; tu caballo de ojos oscuros, profundos y nobles, duerme. Pero, y ésta es la cuestión, podría perfectamente no existir. En este instante podrías estar disfrutando de esa misma película en la televisión de tu casa sin que existiera ningún caballo que reconociera tu voz y manifestase su alegría al verte llegar moviendo la cabeza arriba y abajo. Por eso escribo que un caballo es una opción, obviamente.

martes, 2 de septiembre de 2014

Popa

Agosto de dos mil catorce desaparece por la popa.  Soy consciente de que no volverá a suceder jamás pero ya no me preocupa: si la fortuna me acompaña viviré otros veranos -veinte, tal vez treinta, cuarenta con mucha suerte-,  y si no me acompaña afrontaré mi destino con la misma valentía o estoicismo con que miles de millones lo enfrentaron antes.

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La otra noche tuve un sueño muy vívido e inquietante.  Por la mañana escribí lo siguiente: «A pesar de las nubes la luna llena ilumina la playa donde intentamos conciliar el sueño.  Somos un grupo de supervivientes durmiendo sobre la arena pero yo estoy despierto tumbado boca arriba, por eso veo los grandes bombarderos que nos sobrevuelan en un silencio imaginario.  Son tan enormes que por un momento me hacen pensar en naves extraterrestres, aunque yo sé bien que son humanas, sé bien a dónde se dirigen y cuál es su propósito: destruir a los decapitadores.»

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La semana pasada tuve consulta con mi psiquiatra.  Me redujo el antidepresivo a la mitad y, si todo sigue yendo bien, tal vez acabe el año sin tomar nada.  Oh, cuánto deseo dejar atrás definitivamente el cabo de Hornos.

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Alrededor de las farolas de la calle revolotean dos pequeños murciélagos atrapando los insectos que se sienten irremediablemente atraídos por la luz.

sábado, 16 de agosto de 2014

El viento agita las ramas

Duermes pacíficamente a mi lado mientras el viento agita las ramas de los arbolillos de la acera.

Al atardecer salí a la pequeña galería y vi a una joven búlgara haciendo fotografías en el balcón de su casa. Imaginé la espectacularidad de la muerte del sol detrás de mi edificio y recordé lo mismo admirado tantas veces cuando vivíamos en Binéfar.

Bajaron las temperaturas y casi pude escuchar el crujido del otoño precipitándose sin remedio hacia mis brazos

como tú.

sábado, 2 de agosto de 2014

Todo comienza

El uno de agosto de dos mil catorce amaneció con veraniegos truenos apocalípticos y chaparrones intermitentes. Me levanté de la cama y atravesando la luz gris abrí la ventana y me asomé, feliz, a la calle mojada.

lunes, 28 de julio de 2014

És l'hora, pare

A menudo he odiado la poesía, todavía la odio a veces. Me pone enfermo, me da urticaria, logra hacerme sentir incómodo, traidor, cínico, cruel. Sin embargo, como sucede con tantas adicciones, la necesito, la busco, interpreto el mundo a través de su poder antiguo, incapaz de renunciar a ella.

Porque sucede que a veces, muy pocas veces, algunos poemas inesperados se cruzan en mi camino y recupero la sed de verdad que tenía a los catorce o quince años, aquel placer al sentirme saciado sin esperarlo, aquellas epifanías, aquel sólido y rotundo sentimiento de comunión.

Hoy he leído poemas así y, tras el estremecimiento y la profunda emoción, lo primero que he sentido ha sido agradecimiento: los poemas de Eponelep se han llevado de un plumazo toda la hojarasca dejando el hueso al descubierto. Ah, sí, esto era la poesía, iba de esto. Gracias por recordármelo, Silvia, aunque haya sido a un precio tan caro.

És l'hora, pare

viernes, 18 de julio de 2014

Ciudades voladoras

Giraban tantos ventiladores en la angustiosa y calurosa noche de verano, tantos centenares, miles de ventiladores en dormitorios, salones y pasillos, que poco a poco la ciudad comenzó a despegar y elevarse sobre el somontano mientras sus moradores dormían.

jueves, 10 de julio de 2014

Vida de un poeta

Entre los encierros de San Fermín y los partidos de fútbol del mundial de Brasil no doy abasto.

sábado, 5 de julio de 2014

Bajo las nubes

Me parece correcto tener canas, añadir a mi antigua miopía juvenil la actual vista cansada, contemplar por la mañana en el espejo un adelanto de mi futuro inmediato.

Me parece correcto estar gordo por comer y beber demasiado, por no hacer ejercicio físico, por dejarme llevar lánguidamente por la corriente bajo las nubes sin mover un músculo.

Me parece correcto hacer lo que quiero, como quiero y cuando puedo: amar, olvidar, ser ejemplar, ser miserable, fuerte como un gigante, débil como un coloso, bueno, cruel e injusto.

Me parece correcto pagar un precio cada día, me parece correcto ignorar tanto y sin embargo seguir adelante con más o menos curiosidad, más o menos fortuna, más o menos esperanza.

miércoles, 2 de julio de 2014

Cantos de sirenas

Julio comienza con una tormenta de verano de mil pares de cojones. Truenos, relámpagos, lluvia furiosa de gotas gruesas y veloces como balas. La nave y sus camarotes, eso sí, ni se mueven. Cualquiera pensaría que en vez de estar navegando alrededor del Cabo de Hornos estuviese yo viajando a bordo de un estático y pequeño apartamento tierra adentro, a centenares de kilómetros del mar. Así de engañosa puede llegar a ser la realidad.

lunes, 30 de junio de 2014

La insoportable levedad

Un pequeño insecto se posa en el trackpad de mi portátil, y al tratar de apartarlo sin aplicar fuerza alguna, sin ánimo de destruirlo, mi gesto lo convierte en un diminuto manchurrón alargado, apenas una salpicadura de vísceras microscópicas que limpio ceremonialmente con un dedo mojado de saliva.

viernes, 27 de junio de 2014

Paraíso

Un prado verde cerca del mar.
Un libro abierto de cualquier manera sobre la hierba.
Duermo.

miércoles, 25 de junio de 2014

La cuestión

Yo me moriré, y después se morirán mis hijos, y también los hijos de mis hijos, mis nietos, si es que los tengo alguna vez, etcétera.

Pero esa no es la cuestión, la cuestión es que esta tarde ha llovido mansamente y por unas horas Túnez se ha convertido en Irlanda, el somontano de Huesca en un verdadero norte y mi desesperación termostática en un recuerdo reciente aunque, ay, premonitorio.

Y ésta, perdóname, tampoco es la cuestión, la cuestión es que la lluvia es inmortal. El sonido que hace, su olor, el modo en el que de pronto nos recuerda que vivimos en un planeta y no en el decorado de un planeta. Confío en que miles de millones de personas puedan disfrutar de la lluvia en el futuro como yo la disfruto ahora, y al pensar así caigo en la cuenta de que mi experiencia no es sino un adelanto de la experiencia de quienes vendrán cuando yo ya no exista, porque la lluvia, el viento y las nubes que nos sobrevuelan a kilómetros de altura nos sobrevivirán a todos, de eso no me cabe la menor duda.

Claro que, en realidad, la verdadera cuestión es la siguiente: llovía y me asomé a la pequeña galería del apartamento. El termómetro había descendido cinco grados como mínimo. En el edificio de la acera de enfrente, dos o tres pisos más arriba que el mío, un hombre tan gordo como yo, también vestido con pantalones cortos y el torso desnudo, disfrutaba de la lluvia. Yo sabía que era búlgaro porque una vez lo atendí en mi trabajo y tengo muy buena memoria para las personas. En un momento dado se cruzaron nuestras miradas pero no hicimos ningún gesto, nada. Llovía y era maravilloso oír el sonido de la lluvia sobre las hojas de los árboles y las carrocerías de los coches aparcados en la calle.

lunes, 23 de junio de 2014

Secretos

Desde hace unas semanas vivimos solos mi hijo y yo. Nos entendemos más o menos bien. Yo todavía no he olvidado cómo era a su edad y sé que lo que entonces quería era, básicamente, que me dejaran en paz. No existe otro secreto.

Este fin de semana han venido ellas: su madre y su hermana; mi mujer y mi hija. No es por nada pero cuando las mujeres que queremos aparecen en nuestro hábitat masculino todo cambia, y no sutilmente. De pronto hace aparición el sentido común, por ejemplo. De pronto debemos estar atentos a sus expectativas en cuanto a la expresión espontánea de nuestros sentimientos, por ejemplo, y todas nuestras reacciones básicas, sobre todo las más instintivas, son susceptibles de ocasionar un conflicto que, por supuesto, seremos incapaces de comprender aunque simulemos hacerlo.

Os queremos. Creedme, os queremos con toda nuestra oportunista y muscular sensibilidad; os queremos con toda sinceridad mientras nos sumergimos temerosamente en vuestros preciosos ojos preguntándonos cómo es posible amar así a alguien tan distinto a nosotros.

jueves, 19 de junio de 2014

Variaciones

A mí me gusta el fútbol. Es algo incomprensible porque yo siempre fui el último niño en ser elegido cuando se hacían equipos en el patio del colegio. Era tan malo. Nunca se me dio bien el ejercicio físico, así que comprendo que en aquellos diminutos mercados esclavistas fuese la última opción. De hecho llegué a odiar el fútbol y, en general, todos los deportes, por lo que intrínsecamente tenían de competición cruel y sin paliativos (un mundo donde sólo valía la victoria no era el mejor para alguien como yo).

Pero muchos años más tarde llegó a este planeta un nuevo pasajero llamado Carlos Miramón Puértolas y, por alguna misteriosa y aleatoria conjunción de cromosomas de parientes lejanos, resultó ser un ferviente seguidor del fútbol. Fue a través de su interés que yo, por estar a su lado, para que pudiera compartirlo conmigo, me aficioné a lo que tanto había desdeñado en mi infancia y juventud, y la rutina prendió de tal modo que ahora, cuando ya tiene diecisiete años y vuela cada vez más lejos de mí, continúo viendo los partidos disfrutando de los equipos que juegan bien, sean del equipo o del país que sean.

Uno nunca sabe. Entre el niño que quedaba el último en la pared del patio del colegio y el paquidermo que escribe ahora mismo estas palabras han pasado más cosas de las que puedo recordar, casi todas inimaginables, casi todas maravillosas.

Tic-tac

El primer sonido que escuchamos es el del corazón de nuestra madre meses antes de salir al mundo exterior, y aquel sonido es ritmo, compás, armonía, matemáticas, seguridad, consuelo, alimento, vida. Ese es el sencillo misterio del poder de la música: nuestro cerebro está empapado de ella desde el principio del principio. Por eso los bebés se duermen cuando les cantamos una nana, por eso los cachorros de perro dejan de llorar si escuchan el tic-tac de un reloj bajo una cálida toalla, por eso nos hace felices el sonido de la lluvia batiendo sobre las barandas de los balcones y los techos de los coches aparcados en la acera.

martes, 17 de junio de 2014

La isla del tesoro

El otro día fui a la consulta de mi psiquiatra. Estuvimos hablando un rato. Ella me preguntó qué tal estaba y yo le contesté que bien, mucho mejor. La doctora escribía en el ordenador mirándome de hito en hito. Quedamos en volver a vernos el veintisiete de agosto a las siete de la tarde. Si todo seguía yendo bien, añadió, comenzaría a reducir la dosis de Sertralina.

Eran las ocho de la tarde cuando salí a la calle. Hacía calor. De regreso a casa pasé junto a un descampado cubierto de desbordante vegetación: zarzales, pequeñas y blancas rosas silvestres, tres almendros sin podar. Pensé en los veranos de mi infancia, aquellas largas vacaciones en las que nos pasábamos el día en el campo como temporales niños salvajes, exploradores de pacotilla, robinsones suizos, hijos del capitán Grant, Jim Hawkins eternos en los bosques de una eterna isla del tesoro.

jueves, 12 de junio de 2014

Después de la tormenta

Todos estos días de insoportable bochorno han estallado hace una hora en forma de violenta tormenta de verano. Rachas furiosas de lluvia golpeaban la fachada de mi edificio inundando de agua la pequeña galería del apartamento. Mientras la recogía con la fregona una y otra vez, descalzo grumete Sísifo de espíritu inquebrantable, retumbaban los truenos y la ciudad entera parecía entrar en pánico. Mucho trabajo pero qué placer sentir el paulatino frescor del aire húmedo y limpio. Poco a poco las ráfagas de lluvia han ido perdiendo fuerza hasta recuperar una mansa verticalidad. He recogido las cosas, he secado mis pies con una toalla, me he servido un bourbon con hielo y me he sentado frente a la mesa del salón dispuesto a escribir, repentinamente esperanzado.


Mumford & Sons - After the Storm, 2009.

lunes, 9 de junio de 2014

Un pálido círculo invisible

El ventilador se mueve pacíficamente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda en la esquina del salón, sus tres álabes convertidos en un pálido círculo invisible.

El calor ha regresado a mi mundo con la misma cruel indiferencia que el año pasado, ajeno a cualquier atisbo de civilización o respeto a mi condición de animal de sangre caliente.

En la tapia de una de las esquinas de mi calle se marchitan las flores amarillas y blancas de un gran arbusto de madreselva. En el cielo vuelan vencejos de verdad, no los aviones comunes que anidaban en mi casa de Binéfar y confundí durante años con aquellos.

Por la tarde recorté con una máquina mi barba de náufrago.  Llevaba cuatro semanas sin hacerlo.  Desde el otro lado me observaban dos ojos pequeños y fríos.

jueves, 5 de junio de 2014

lunes, 2 de junio de 2014

Astronauta

El verde esmeralda de hace unas semanas es ahora un mar amarillo de cereal en sazón. Navegan algunas pocas nubes blancas en el cielo azul cielo. Conduzco detrás y delante de decenas de vehículos como el mío. Este planeta no es Marte, no es Júpiter, no es Plutón. Hago descender la ventanilla eléctrica pulsando un botón y respiro sin miedo.

jueves, 29 de mayo de 2014

Todo me llama

Los sonidos del taller de coches al otro lado de la calle. La joven que pasea un carlino de color crema mientras habla por teléfono. Las sorprendentes hojas verdes de los arbolillos de la acera que hace unos meses parecían absolutamente muertos. Las nubes oscuras a kilómetros de altura sobre los tejados de los edificios. Los tacones de mi vecina del piso de arriba. El tic-tac del reloj de pared. Todo me llama por mi nombre.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Himalaya

Mientras bajo mis pies se mueven las placas tectónicas que convertirán el Mediterráneo en una cordillera tan alta como el Himalaya

pienso en el próximo fin de semana

la blancura de tu piel

tus ojos un poco saltones

tu cuerpo delgado entre mis grandes brazos

tanto amor

jueves, 22 de mayo de 2014

Párpados

A estas horas puedo imaginar el silencio de las iglesias y mezquitas desiertas, puedo imaginar el silencio de los caminos del campo y también el de los deliciosos cuerpos que duermen: úteros, testículos, labios, párpados, pulmones, cerebros.

Nunca me rendiré. Ignoro los detalles precisos pero nunca me rendiré.

viernes, 16 de mayo de 2014

Que la lluvia

Hoy se cumplen justamente diez años de mi primer texto en un blog. Aquel cuaderno de bitácora inicial se titulaba «Innisfree», y el post lo escribí la madrugada de un domingo 16 de mayo de 2004 a las 00:37 horas:

PÁJAROS

En el contrapeso de la grúa que hay frente a mi casa anidó una pareja de cigüeñas. Por increíble que parezca, los giros y movimientos de la estructura no impidieron que naciesen dos pollos que crecieron y a día de hoy ya saben volar. El claqueteo con el que se comunican es parte de mi cotidiano paisaje sonoro.

En el alero del tejado de mi casa hay varios nidos de vencejo. Ya estaban cuando vinimos a vivir aquí. Los pájaros van y vienen con la nerviosa velocidad que les caracteriza, y no nos temen. A veces salimos al balcón a contemplar cómo alimentan brevemente a los pollos insaciables en sus cuevas colgantes de cerámica. A la caída de la tarde bandadas de vencejos vuelan y revuelan veloces, quebrando su rumbo una y otra vez.

Cuando yo era pequeño tenía muchos pájaros en la cabeza. Eso me decían. Ahora soy mayor y contemplo los pájaros mientras riego las macetas: las cigüeñas son aparatosas y prehistóricas, los vencejos se comportan como grandes insectos de lomo azulado y alas de flecha.

En mi cabeza los pájaros fueron sustituidos por mamíferos, aunque eso es algo que nadie me dice hoy. Donde había un bosque lleno de trinos y ruido de alas ahora reinan los plantígrados.

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Hace diez años yo tenía veinte años menos, eso siento esta noche. No solamente era más joven sino más inteligente y, me doy cuenta, escribía mejor.

Esto es algo que la juventud desconoce: la vida es un continuo donde brillan y se apagan estrellas y galaxias, lo cual permite, sorprendentemente, que florezcamos y nos marchitemos a lo largo de su decurso al margen de nuestra edad y nuestras experiencias. Yo, por ejemplo, sé que nunca he sido tan tonto, vago e ignorante como ahora, pero confío en que también estos meses estériles, como mis épocas de esplendor, se desvanecerán.

He escrito mucho, muchísimo. Innisfree, mi querido Cuaderno de un hombre de cromañón, las fructíferas cinco estaciones, este pobre y residual cementerio de elefantes llamado Cabo de Hornos.  Diez años.  Pensé cada palabra antes de teclearla en la pantalla del ordenador, y a menudo volví a pensarla y corregirla mucho después de que hubiese sido publicada, a veces una y otra vez obsesivamente hasta terminar eliminándola para siempre.

No me siento orgulloso de nada, ni siquiera de mis hijos, a los que amo incondicionalmente. He leído más de lo que he escrito y sé algunas pocas cosas, muy pocas: que la tierra será engullida y destruida por el sol en el inevitable proceso de su propio colapso estelar; que cuando siento tu cuerpo entre mis brazos de oso me siento el musculoso dios más poderoso del Olimpo; que no hay melodía más hermosa que la lluvia.

lunes, 12 de mayo de 2014

Luz de cobre

Trasladando ropa desde la lavadora hasta la secadora echo un vistazo a la calle: cuatro niñas caminan alegremente por la acera con cuatro guitarras en sus fundas colgadas a la espalda. El último sol de este día se refleja en las fachadas de los últimos pisos del edificio de enfrente.

Sé que nada de todo esto significa nada, cómo no habría de saberlo a mi edad, pero durante un instante me regocijo en la belleza de la luz de cobre viejo y pienso en mis hijos, en mi mujer, en el amor. Después termino mi tarea.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Regalos

Me doy cuenta: todo es un regalo. La primera luz de la mañana. El silencio de la noche. Las buenas rachas y los malos momentos. Los errores. Los aciertos. Toda la inmensa, inmensa incertidumbre. Los ríos corriendo bajo puentes antiguos, los ríos fluyendo bajo puentes nuevos. Echarte de menos.

martes, 29 de abril de 2014

Lindes

Este cabo de hornos no existe como no existen cinco estaciones; los hombres de cromañón desaparecieron de la faz de la tierra hace miles de años y, debo aceptarlo, Innisfree sólo es un poema.

¿Qué es exactamente la realidad? ¿Cómo dar testimonio de ella? ¿En qué consiste la verdad?

Los jabalís dejan sus huellas en las lindes de los campos de cereal.  Las tiernas y recientes hojas de los arbolillos de la acera se agitan castigadas por el viento nocturno.  Mi edad.

domingo, 20 de abril de 2014

Pero

Abro los ojos. Es de noche. Puedo sentir en mi columna vertebral la inmensidad del océano bajo el balanceo del casco de la nave; puedo sentir toda esa oscuridad, el frío, el silencio, la soledad. Pero estoy vivo. Pero todo es posible.

lunes, 7 de abril de 2014

Efímera

Anoche dejé la puerta de la pequeña galería de la cocina abierta durante un rato con la luz encendida, y enseguida el techo alrededor del fluorescente se cubrió de diminutos insectos de apariencia tan efímera como la duración de sus vidas: hoy por la mañana todos yacían muertos al pie del cristal y los visillos, atraídos por el reflejo de las farolas nocturnas de la calle. La primavera ha llegado.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Náufrago

Lo sabes: dentro de ti hay un mendigo, un rey, un campesino, un cazador, un beato, un crápula, un loco, un inquisidor, un explorador, un náufrago.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Como el de un pájaro

A las siete y cuarto de la mañana levanté la persiana de mi dormitorio y vi en la acera de enfrente a una joven que paseaba junto a un gran perro negro.

Cerca del mediodía atendí a una mujer desesperada porque no encuentra trabajo y con el salario de ochocientos euros de su marido no puede atender una hipoteca de seiscientos y las necesidades de una hija de diecisiete años y otra de nueve.

Hace un momento llamaron a la puerta mis vecinos para avisarme de que habían robado en una de las viviendas del edificio.  «Dé dos vueltas a la llave porque ya ve, al chino de enfrente le entraron en casa ayer a las once de la mañana».  Les agradecí el aviso y cerré bien la puerta.

Ahora ha oscurecido y los habitantes de la ciudad regresan poco a poco a sus madrigueras. Yo no salí de la mía en toda la tarde.  Mi corazón late rápido como el de un pájaro aunque soy grande como un gorila.

domingo, 9 de marzo de 2014

Una carta de 1800 años

Hace mil ochocientos años un legionario romano de origen egipcio escribió una carta a su familia. La redactó rodeado de los fríos y salvajes bosques de lo que hoy es Hungría, tan distintos a su cálido paisaje natal. En la carta mostraba su nostalgia y desesperación por saber de su madre, su hermana y su hermano. «Rezo noche y día para que usted tenga buena salud y siempre hago una reverencia ante los dioses en su nombre para su bienestar», escribió. Sabemos que la carta llegó a Egipto porque fue encontrada hace más de un siglo a las afueras del templo de la antigua ciudad de Tebtunis.

Cuando dudes de la pertinencia de la escritura cotidiana, el testimonio, estos diarios; cuando pienses que escribir sin ambición editorial es absurdo y no tiene sentido, recuerda la carta de de Aurelio Polion, soldado de la legión II Adiutrix destinado en Panonia Inferior: los sencillos renglones de su escrito le resucitan ante nosotros como el hombre de carne y hueso que fue.  Ese es el inmenso poder de las palabras.

sábado, 8 de marzo de 2014

De imperios y luciérnagas

Los faros delanteros del coche crean un haz de luz que abre la oscuridad a la misma velocidad con la que vuelve a cerrarse detrás de mí. Conduzco a través de negros campos de cebada cada amanecer más verdes que el anterior, conduzco dejando atrás almendros en flor de pétalos del color de la sombra. No soy un imperio que se apaga, soy una luciérnaga.

domingo, 2 de marzo de 2014

Primera luz

Primera luz del día. Levanto la mano y la acaricio con la yema de los dedos.

sábado, 1 de marzo de 2014

Blade Runner

Los autobuses urbanos de Zaragoza pasan junto a la acera de la Avenida de Madrid a una velocidad de vértigo: un paso en falso y eres hombre muerto. Todos los bares, fruterías y peluquerías están regentadas por personas de origen chino. La lluvia que no ha cesado en todo el día hace todavía más triste la escasa luz de las farolas. Un joven pasa a nuestro lado con la música de su teléfono móvil a todo volumen. Pienso en las primeras secuencias de Blade Runner.

viernes, 28 de febrero de 2014

Aventurado

Febrero termina con los campos ocres verdeciendo alrededor de la lustrosa carretera donde llovió hace unas horas. Esta mañana, regresando de la consulta con mi psicóloga, vi las primeras flores en las ramas de un viejo y destartalado almendro que crece en un gran descampado entre el río y la calle Torreciudad. Febrero se despide con el cierzo obligándome constantemente a corregir la trayectoria del coche mientras me acerco kilómetro a kilómetro a la ciudad donde crecí y ella me espera.

jueves, 27 de febrero de 2014

Debo acordarme de decírselo

Mi hijo de dieciséis años, que está pasando unos días de vacaciones en casa, se va a dar una vuelta por Barbastro. Me llama la atención su capacidad para hacer amigos en esta nueva ciudad, en su residencia de estudiantes en Huesca o donde sea; me sorprende su sociabilidad, tan distinta de mi actitud taciturna cuando tenía su edad, y me gusta.  Debo acordarme de decírselo.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Debate de la nación

Otros años seguía con cierto interés el debate de la nación en el congreso, leía los discursos y artículos de opinión, miraba los resúmenes de las intervenciones del presidente del gobierno y de los diputados, etcétera. Este año no he querido. Si el debate de la nación sirve para hacerse una idea de cómo está el país, qué cosas van bien y qué cosas van mal, cuáles son los problemas más graves de España, qué dramáticos errores se han cometido durante los últimos años, qué invisibles aciertos macroeconómicos, no me hace falta ver la televisión ni leer los periódicos para saberlo: me basta con acudir cada día a mi mesa de trabajo.

martes, 25 de febrero de 2014

Jamás me acostumbraré

Cuando salgo de la Agencia a las siete de la tarde todavía hay luz en el cielo.  La semana pasada a la misma hora era de noche.  Jamás me acostumbraré.

lunes, 24 de febrero de 2014

Nidos en el pelo

Mi sensación al despertar de la siesta es la de haber estado durmiendo durante muchos años, como en aquel cuento donde un hombre se tumbaba a dormir bajo un árbol y al despertar lo rodeaban antiguas raíces y descubría que en su pelo habían anidado los pájaros.

sábado, 22 de febrero de 2014

Halcón milenario

De regreso por la autovía desierta el cielo está cuajado de estrellas: miles, millones de estrellas. Las luces verdes del cuadro de instrumentos de mi veterana Picasso son en realidad las luces verdes de una nave espacial, una máquina del tiempo, mi halcón milenario. Cambio y cierro.

jueves, 20 de febrero de 2014

El sol que brillaba aquella mañana

A mí, cuando escucho música, me sucede algo que imagino le sucede también a muchísima gente: pienso en el ser humano que la escribió, y cuando digo ser humano quiero decir la edad a la que murió, su biografía, su condición carnal en este mundo. Así, y reconozco que puede ser injusto hacia la ambición inmortal de su obra, cuando escucho cualquier obra de Mozart, por ejemplo, siempre siento un fondo de pena por su temprana muerte, tan arruinado que tuvo que ser enterrado en una fosa común, y si esto me ocurre con Mozart, que musicalmente es, salvo maravillosas excepciones, la viva esencia de la alegría del amor y el gozo de la existencia, ¿qué no me sucederá si escucho a Pergolesi o a Beethoven? El primero, autor de un Stabat Mater absolutamente maravilloso, murió a los veintiséis años, y el segundo, uno de los más grandes músicos que han existido en este mundo, falleció a los cincuenta y seis sordo, profundamente deprimido, cirrótico y probablemente envenenado por el plomo que contenía el material de los vasos que utilizaba para beber. Cuando escucho su Missa Solemnis o la inmensa Novena no puedo olvidar todo eso.

Fueron seres humanos, vivieron en este planeta, sufrieron modas, enfermedades, guerras, cambios políticos, intereses espurios, nobleza, tristeza, belleza, amor, alegría, muerte. Su música es el fruto de una química idéntica a la nuestra. Las tiernas cartas de Mozart a Constanze, el estremecedor testamento de Beethoven, el listado de posesiones de Bach tras su fallecimiento a la provecta edad de sesenta y cinco años después de una vida en la que vio morir una primera esposa y once hijos... todos esos datos hacen que cuando escucho su música viaje a través de los siglos hasta alcanzar, además de la belleza, cierta verdad profunda relativa a nuestra naturaleza.

Guardo una fotografía de Bach que en los últimos años ha ido pasando de ordenador en ordenador, copia de seguridad tras copia de seguridad: es su cráneo, la calavera del ser humano que compuso, entre miles de piezas maravillosas, la Pasión según San Mateo, una obra que, en forma de pequeño fragmento, viaja a través del cosmos en un disco dentro de la sonda Voyager 1, un objeto lanzado al espacio en 1977 que a mediados de diciembre de 2012 salió de los límites de nuestro sistema solar, a 18.000 millones de kilómetros de la Tierra, para adentrarse en el espacio profundo.

En una película que en su día me gustó mucho un personaje llamado Maya, camarera experta en vinos,  dice en una conmovedora escena que cuando bebe un vino viejo, un vino de muchos años, no puede evitar pensar en las personas que cosecharon la uva, el sol que brillaba aquella mañana, todo el proceso de creación y maduración silenciosa en la bodega que dio lugar a esa botella que acaban de abrir. Creo que ese es el camino de la justicia y la comprensión y el gozo, en el mundo del vino, en el de la música y en el de la literatura. No puedo leer las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique sin recordar que éste murió en 1479 de un lanzazo en los riñones durante una escaramuza militar a los pies del castillo de Garcimuñoz, en la provincia de Cuenca. Finalmente también él, uno de los mejores poetas de la historia de la literatura española, fue a dar en la mar.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Cuernos de toro

Sentado en la sala de espera de la primera consulta psiquiátrica de mi vida he pensado, naturalmente, en Tony Soprano. Después la consulta no se ha parecido en nada a las de la serie, claro, aunque, ahora que lo pienso, sí en algo importante: mi doctora hablaba poco y yo, sólo para contestar a sus preguntas y observaciones, he tenido que hablar mucho. Cincuenta minutos más tarde he salido esperanzado y optimista, con los cuernos del toro agarrados firmemente por mis manos. Los peatones con los que me cruzaba de regreso a casa miraban los cuernos de toro, me miraban a mí y mi estúpida sonrisa, y a continuación hacían como que no habían visto nada, temerosos tal vez de salir heridos. La mala noticia es que la temperatura de la noche era casi primaveral.

martes, 18 de febrero de 2014

Te conozco

Ha comenzado el partido pero el fútbol ya no me interesa como antes, cuando lo veía desde el suelo, la espalda apoyada en el sofá, mi hijo pequeño sentado en mi regazo. Recuerdo perfectamente su peso, su cabeza de pájaro apoyada en mi pecho, su sorprendente entusiasmo por un deporte que en nuestra casa nunca había suscitado el menor interés.

Y ahora escucha, Jesús Miramón, escúchame atentamente porque te voy a pedir dos cosas. Una: deja de escribir sobre el pasado, sé que te resultará casi imposible pero inténtalo, por favor, no es justo y, créeme, no es necesario. Dos: cuando te disgustes con tu hijo de ahora acuérdate de momentos como los que describes en el primer párrafo de este texto, eso es algo necesario para ver el cuadro completo pero, ojo, acuérdate sin aspavientos, sin regodeo ni nostalgia inoportuna, que te conozco.

domingo, 16 de febrero de 2014

Realismo

Y, hablando de realismo, ¿no escuchas los ladridos de los lobos marinos en las playas de guijarros negros al pie del cabo de Hornos? Hubo un tiempo en el que en su cima ardían hogueras de tribus que ya no existen. Tú, como los lejanos y casi olvidados campos y colinas, sí existes, tú todavía existes, y en medio de la tormenta recuerdas las granjas remotas, los suaves caminos que llevaban a ellas, las nubes blancas, los cielos azules.

sábado, 15 de febrero de 2014

Lo que no existe

Conduzco de regreso a casa. Los faros del coche iluminan la carretera haciendo que todo lo que queda fuera de su alcance sencillamente no exista: los campos y colinas no existen, no existen las granjas ni los caminos que llevan a ellas, no existe el sol, no existen las nubes blancas, no existen los cielos azules. Conduzco a través de la noche de regreso a casa. Me guía la esperanza.

viernes, 14 de febrero de 2014

Almas de paso

Preparo las partituras para ir al ensayo del coro. Las últimas dos semanas no he podido asistir y me siento un poco nervioso, víctima de cierto sentimiento de culpabilidad impropio de alguien de mi edad. Mientras busco y ordeno las obras escucho los sonidos del edificio: los garbosos tacones de la vecina de arriba, el ruido de la ducha de mis vecinos de la izquierda. Saber que todos los habitantes de esta casa vivimos de alquiler me hace pensar en ellos, injustamente, de un modo distinto al que lo haría si fuesen propietarios; de alguna manera les imagino víctimas de la fortuna y la aventura, almas de paso, protagonistas de una vida, no sé, un poco distinta. Pero el tiempo se me está echando encima. Treinta kilómetros de carretera nocturna me separan de una amplia sala entarimada con un piano y un espejo tan grande como toda la pared. Tengo ganas de ver a mis amigos, tengo ganas de cantar a su lado y después, en su compañía, tomar una copa en el Chanti y hablar apasionadamente y reír y volver a cantar si hace falta como si sólo viviésemos una vez.

jueves, 13 de febrero de 2014

Nada más descomunal

En los respaldos de las sillas hay calcetines y calzoncillos puestos a secar porque no he querido poner en marcha la secadora para tan poca cosa. Sobre la mesa, además del portátil en el que escribo, un aparato para medir la tensión arterial, mis gafas, una botella de Cutty Sark, un vaso de whisky con hielo y dos libros: El día de la independencia de Richard Ford, que estoy releyendo con inmenso placer, y una guía de árboles de la editorial Grijalbo. En el interior del libro de Ford guardé en su día las páginas plegadas de un suplemento literario del 4 de septiembre de 1999 donde se entrevistaba al escritor. El reportaje se titulaba «El realismo de Richard Ford». Admiro profundamente el realismo: él lo contiene todo, incluso su contrario; no hay nada más difícil, nada más descomunal.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Personas mejores

El sonido del teléfono me hace caer en la cuenta de las horas que he pasado en silencio. Mi directora del coro estaría contenta porque no hay nada mejor para la voz que el descanso vocal, y yo no he articulado un solo sonido desde que salí del trabajo. La llamada es de mi hija, que me cuenta que va a estudiar la prueba teórica del carnet de conducir en Barcelona con vistas a hacer las prácticas aquí en Barbastro el verano próximo. Me dice que se lo pagará ella con lo que ha ahorrado trabajando algunas noches en la guardarropía de una discoteca. A mí todo me parece bien, claro, Paula es uno de los seres humanos más inteligentes que he conocido jamás. Al colgar pienso durante un instante en lo extraordinario que es traer a este mundo personas mejores que sus progenitores, pero casi inmediatamente comprendo que ése es el secreto de nuestra supervivencia.

martes, 11 de febrero de 2014

Vulgar y extraordinaria y patética

Después de dos ataques muy seguidos la semana pasada, siempre en el trabajo, he vuelto a tomar ansiolíticos. Bueno, sólo una pastilla de Lorazepam por la mañana, antes de salir de casa. Al principio me sentía mal conmigo mismo porque estaba orgulloso de haberlo dejado después de Navidad, pero el otro día mi hermano Javier me dijo por teléfono que en la vida había muchas cosas más importantes de las que sentirse orgulloso, y tenía razón. Como he repetido tantas veces (con insistencia sospechosa, ahora me doy cuenta) no quiero darle más importancia: el hecho es que desde que he vuelto a la medicación no he recaído y trabajo más tranquilo, más relajado dentro de lo que cabe. La otra opción era coger la baja por enfermedad y eso es lo último que quiero.

Hoy un hombre enfermo de cáncer al que le han extirpado casi todo el sistema digestivo y debe alimentarse a través de una sonda -he recordado a mi suegro, he recordado a Claudio Abbado- se ha echado a llorar tímidamente al otro lado de mi mesa, y si yo he podido ayudarle ha sido gracias a la píldora que había tomado con un vaso de zumo en el desayuno. Le he informado sobre las pensiones de invalidez y sobre las pensiones de viudedad, que es lo que en realidad él quería preguntar.  Una vez satisfechas sus dudas se ha recompuesto con el valor y la elegancia de los mejores, se ha levantado de la silla, me ha dado las gracias, nos hemos estrechado la mano y se ha ido.

Es posible que acabe convirtiéndome en un adicto al Lorazepam, no lo sé y espero que no suceda, lo que sí sé desde hace mucho tiempo es que soy adicto al conmovedor e increíble espectáculo de la naturaleza humana en toda su vulgar y extraordinaria y patética y heroica y frágil y mortal y eterna expresión.

lunes, 10 de febrero de 2014

La alcachofa de la ducha

Pasan los días sin aspectos reseñables. Hoy comí restos del menú de ayer. Hablé por teléfono con mi padre. Durante el paseo nocturno compré un nuevo soporte para la alcachofa de la ducha. Hacía mucho frío y era agradable sentirlo en el rostro, el cuello del abrigo subido hasta arriba del todo, las manos en los bolsillos. Diez de febrero ya. El invierno, desgraciadamente, no durará siempre.

domingo, 9 de febrero de 2014

Escrito antes

Tarde de lluvia suave
sobre los tejados
y los coches
y el asfalto de la calle.

Después de tantos años
cada vez que
escribo una palabra
-tarde, lluvia, suave-
siento la certeza de
haberla escrito antes
muchas veces.

Lo único que me redime
de semejante delito
es saber, con certeza absoluta,
que eso es algo que
no sucederá siempre.

sábado, 8 de febrero de 2014

Bofetadas

Lo peor, lo más indignante y aun humillante para nosotros, ciudadanos normales que trabajamos lo mejor que sabemos, pagamos impuestos y sacamos adelante a nuestras familias cumpliendo la ley y educando a nuestros hijos en el valor de la honestidad; lo más humillante, digo, es que nos tomen por idiotas con tal desfachatez, sin disimulo, sin ruborizarse, sin paliativos. Y este cinismo descarnado no se da solamente en el caso de la hija del Rey, también se exhibe en las muchas tramas corruptas de partidos políticos y sindicatos que este desolador país nuestro alumbra un día sí y otro también. Tantos insultos a nuestra inteligencia duelen como si fuesen bofetadas.

viernes, 7 de febrero de 2014

De médicos forenses y poetas

Los médicos forenses y los poetas comparten un mismo conocimiento: si nos abren todos somos iguales: órgano por órgano, víscera por víscera, sentimiento por sentimiento, nadie es distinto. Es un descubrimiento desconcertante que, paradójicamente, convierte a cada uno de nosotros en un milagro.

jueves, 6 de febrero de 2014

Restaurante chino

Regresando de mi paseo nocturno he pasado junto al único restaurante chino de Barbastro. He pensado que estaba vacío hasta que he localizado a sus trabajadores cenando alrededor de una mesa en una esquina. Mientras los dejaba atrás me he preguntado si aquellos comensales a miles de kilómetros de sus lugares de origen estarían comiendo platos de la carta del restaurante o platos distintos, más auténticos, más chinos que los de su restaurante chino.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Hojaldre

Escribir cada día convierte estos textos en acelerados estratos geológicos, láminas de hojaldre, capas de humus en el suelo del bosque, platos usados sobre la encimera de la cocina, ropa doblada en el armario, una cama, estrellas más allá de muros, tejados y nubes.

martes, 4 de febrero de 2014

Trece meses

Soñaba con comida y al despertar todo lo que veía era el cielo, el sol y el océano. Cuando su bote de fibra de vidrio chocaba con algo sabía que era una tortuga, así que se arrastraba fuera de su refugio y la recogía y se convertía en su comida y su bebida durante el máximo tiempo posible. También bebía agua de lluvia. También comía los desdichados pájaros que se posaban en su prisión flotante. Y en medio de semejantes acontecimientos sucedían días y días de hambre, sed, alucinaciones y la sabia apatía con la que nuestro organismo ahorra energía y se protege de nuestra inteligencia. Trece meses navegó a merced de las corrientes del océano Pacífico hasta arribar a un atolón de las islas Marshall. Trece meses con sus noches de cielos cuajados de millones de estrellas. Trece meses con sus tormentas, su pánico, sus tentaciones de suicidio, sus instantes de euforia salvaje al devorar carne cruda, su desesperación al tener que beber su propia orina. Trece meses sin poder caminar, sin poder mantenerse en pie en una superficie firme, sin poder utilizar sus rodillas inflamadas. Trece meses sin papel higiénico, sin tijeras con las que cortar sus cabellos y su barba, sin champú, sin jabón, sin crema de dientes. Trece meses sin verdura, sin cereales, sin café, sin fruta, sin pasta con tomate, sin carne cocinada y caliente, sin frijoles, sin cerveza, sin agua pura de manantial. Soñaba con comida y al despertar todo lo que veía era el cielo, el sol y el océano. Palmeras. Arena. El glorioso sonido de unas voces humanas doce mil quinientos kilómetros de silencio después. La victoria.

lunes, 3 de febrero de 2014

Colono

A las cinco y veinte de la tarde he despedido a mi hija en la estación de autobuses y he vuelto a casa. Al entrar en el apartamento vacío me he sentido durante un momento, no sé por qué, como un colono enviado a un planeta desierto. Después de recoger la cocina me he asomado al ojo de buey y he contemplado largamente la silenciosa llanura de polvo rojo.

domingo, 2 de febrero de 2014

También la noche

Es cierto que la vida es extraña.
También la noche, y el amor.

sábado, 1 de febrero de 2014

El agua comenzó a flotar

Conduje en busca de la nieve. Kilómetro de lluvia tras kilómetro de lluvia nos acercábamos a ella sin alcanzarla hasta que finalmente el agua comenzó a flotar en vez de caer. Nos detuvimos en Eriste, a pocos kilómetros de Benasque. La superficie del embalse de Linsoles lucía lisa como un espejo bajo la suave nevada. Cruzamos un puente y anduvimos por caminos vírgenes. No existe blancura semejante a la de la nieve -ni peso, ni inocencia.

viernes, 31 de enero de 2014

Fortuna

Enero de dos mil catorce desaparece en la historia mientras mi mujer y mi hija viajan en autobús hacia aquí desde direcciones distintas, una desde el oeste, la otra desde el este. Pude haber sido muchas cosas en el pasado, tal vez desprecié oportunidades, me equivoqué, no tomé las decisiones adecuadas, pero ser el lugar donde ellas confluirán excede cualquiera de mis ambiciones.

jueves, 30 de enero de 2014

Las artes de la guerra

Leyendo manuales como éste me pregunto: ¿en qué momento desapareció la sencilla idea de escribir diarios en la red, pues no otra cosa eran los blogs al principio?

Búsqueda de lectores, estrategias, ¡la heterodoxia de publicar en domingo! ¿En serio hay gente que escribe en internet como si trabajase en una compañía de seguros?

Si esto es (o era) una revolución es (o era) porque trascendía las artes de la guerra, los negocios, el cálculo predictivo, la ambición pedestre, la triste miseria comercial.

Pronto hará diez años que escribo en internet. Mis diarios me han permitido escribir y publicar libremente con total y absoluta independencia. Tengo lectores, más de los que jamás hubiera imaginado, y me relaciono con gran parte de ellos. Es suficiente para mí.

miércoles, 29 de enero de 2014

Un viaje nada más

De lo que tienes que darte cuenta es de que se trata de un viaje. Nada más.

martes, 28 de enero de 2014

Amor

Al entrar en Zaragoza desde la carretera de Logroño en dirección a la nueva estación del AVE la capital luce como una escena nocturna de ciencia ficción. Llovió hace poco y el asfalto brilla a la luz de miles de farolas. En la Avenida de Navarra giraré a la derecha y luego a la izquierda por la calle estrecha de los plátanos, después a la derecha y de nuevo a la izquierda hasta llegar a nuestra calle, que descenderé rumbo a la entrada del garaje. Tras aparcar subiré en el ascensor, llamaré a la puerta.

lunes, 27 de enero de 2014

Los años, los días

Vivir en un lugar es muy distinto a trabajar en él, esto es algo que constato cada día. Durante muchos años conducía desde Binéfar hasta aquí, atendía personas al otro lado de mi mesa y al terminar volvía a salir a la carretera de regreso a casa. No conocía el silencio nocturno de las calles de Barbastro, no conocía el ajetreo comercial de los sábados ni tampoco las campanadas de su catedral gótica anunciando la misa mayor del domingo durante nuestros paseos por las callejuelas del Entremuro. Conocía, eso sí, a mucha gente que me saluda cada dos por tres en el supermercado o cuando camino por la calle, lo cual no me molesta en absoluto, claro, ni siquiera si en alguna ocasión me paran para hacerme alguna consulta, es agradable echar una mano si se tiene la oportunidad de hacerlo.

A veces, como me sucedía en Binéfar, siento cierto vértigo ante la pregunta de siempre: ¿cómo demonios he acabado viviendo en esta ciudad? De acuerdo, sé racionalmente que tal cosa es el fruto de mis decisiones, desde luego, pero, al mismo tiempo, no sé, tengo la sensación clara, intensa, de haber sido arrastrado de algún modo por el azar, por la corriente de las edades, los años, los días, las noches como ésta.

domingo, 26 de enero de 2014

No libraré batalla alguna

No libraré batalla alguna.  Seguiré el camino que me había trazado al terminar el terrible año dos mil trece.  No tengo tiempo para tonterías.

sábado, 25 de enero de 2014

Algo que aprendí a hacer

Después de un largo paseo regresamos a casa y preparamos unas verduras al vapor. Pelando patatas recuerdo lo increíblemente difícil que semejante tarea me parecía cuando era un niño, ¿cómo era posible que mi madre pudiese retirar la piel con el cuchillo de un modo tan fluido, tan limpio y efectivo? Alguna vez me habían permitido intentarlo llevándome medio tubérculo por el camino: definitivamente pelar patatas era tan dificultoso como silbar, si no más.

Nunca he sido un buen silbador pero las patatas, ah, eso es otra cosa, a lo largo de mi vida de adulto he pelado cientos, tal vez miles de patatas, pelar patatas con un cuchillo es algo que finalmente, contra todo pronóstico, aprendí a hacer.

viernes, 24 de enero de 2014

La batalla vuelve a comenzar

La ansiedad no había sido vencida, sólo dormía dispuesta a despertar cuando yo más confiado me sintiera. Creía haber dejado atrás el cabo de Hornos y ahora reaparece entre la tormenta. La batalla vuelve a comenzar.

jueves, 23 de enero de 2014

En el silencio

La música y la poesía cobran todo su sentido no cuando interrumpen el silencio sino en el silencio que nace cuando han terminado.

miércoles, 22 de enero de 2014

Mayas en la nieve

Una pareja de rasgos mayas me dijo que nevaba abundantemente en Benasque cuando salieron de su casa rumbo al otro lado de mi mesa. Mientras hacía mi trabajo admiré discretamente su cabello negro azabache, sus perfiles resucitados de un friso escondido en la impenetrable jungla tropical. Luego se levantaron, se despidieron y se fueron.

martes, 21 de enero de 2014

Este es el tiempo

En el interior del lavaplatos el agua caliente es expulsada a toda potencia a través de los orificios de las palas giratorias de plástico. Mis pulmones se llenan de aire y después se vacían. Alrededor de mi pequeño apartamento los vecinos se recogen al terminar la jornada. En el hospital comarcal algunos mueren y algunos nacen. Escribo: «En el hospital comarcal algunos mueren y algunos nacen». Este es el tiempo, este el momento, no otro, no ninguno.

lunes, 20 de enero de 2014

Claudio Abbado, In Memoriam

He comido con tres amigas muy queridas. Después hemos dado un paseo por la pequeña ciudad y hemos tomado algo en una cafetería. Hacía frío en la calle. Cuando nieva en las montañas el aire que alcanza el somontano llega gélido y con sabor a hielo.

Al regresar a casa me he enterado de la muerte de Claudio Abbado, uno de mis directores de orquesta preferidos. Tenía ochenta años, una edad que, en opinión de la mayoría de los doctores que le trataron un agresivo cáncer de estómago en 2000, era muy improbable que cumpliera. Pero sobrevivió y resucitó cambiado, aéreo de tan flaco, intenso pero amable, humilde, tímido, más sabio y dispuesto a entregarse a la música desde el conocimiento renovado de lo que merece realmente la pena. En internet pueden encontrarse muchos de sus conciertos y, aunque la música es sonido y silencio más allá de la imagen, es maravilloso contemplar a Abbado dirigiendo una orquesta, el característico movimiento de su mano izquierda abierta en abanico, la batuta levitando verticalmente entre el pulgar y el corazón de la derecha y, sobre todo, la expresión de su rostro. Los cantantes de coro sabemos cuan importante es la expresión corporal y facial de quien nos dirige: Abbado era capaz de dirigir con el rostro, con la boca, con los ojos que a menudo cerraba como si quisiera disolverse en el poder de la belleza.

En la red pueden verse y escucharse muchos conciertos suyos enteros, mis favoritos son el Réquiem de Verdi que dirigió en 2002, agotado tras las operaciones que le habían dejado prácticamente sin sistema digestivo, casi despidiéndose del mundo; la novena de Mahler -ese adagio que detiene el corazón-, y el Réquiem de Mozart que dirigió en homenaje a su maestro Karajan, tan distinto de él y a quien sustituyó frente a la Filarmónica de Berlín en 1989 tras votación secreta de los músicos.

Siempre he pensado que la música es un refugio ante la intemperie del destino humano, no un consuelo sino un acto de valor y esperanza, la manifestación más pura del espíritu de nuestra estirpe. Que el peso de la tierra le sea leve.

domingo, 19 de enero de 2014

Tú sabes

Te miro subir las escaleras de la estación de tren de Monzón y regreso a Barbastro. Lloro un poco, no demasiado, ya sabes.  Porque te vas y no volveremos a estar juntos hasta el próximo fin de semana y eso. Tú sabes.

sábado, 18 de enero de 2014

Una diminuta luciérnaga

Al salir del Chanti nos despedimos y tomé la carretera nocturna. En treinta kilómetros no me crucé con un alma, lo que me permitió utilizar las luces largas durante todo el trayecto sin molestar a nadie. Por un un momento imaginé mi coche visto desde miles de metros de altura: una diminuta luciérnaga atravesando la superficie oscura del planeta dibujando curvas y rectas aparentemente aleatorias. Vivo en un mundo extraño y es el mío.

viernes, 17 de enero de 2014

Lo poderoso y trascendente

Apenas se ha extinguido el eco de la música navideña los coros comienzan a ensayar piezas de música sacra para los conciertos de Semana Santa. No deja de ser paradójico que a mí, ateo sin pretensiones, sea la que más me gusta y la que más disfruto cantando. No creo en dios pero sí en los maravillosos frutos del cerebro humano al imaginarlo: toda esa desesperada búsqueda de respuestas, el estremecimiento ante lo poderoso y trascendente, la piedad, el consuelo, la esperanza. Y después de ensayar vamos al Chanti a tomar unas cervezas.

jueves, 16 de enero de 2014

La mirada de un animal salvaje

El otro día Carlos nos contó que había vuelto a ver la raposa. Mi hijo estudia en una residencia a seis kilómetros de Huesca en medio del campo. Frente a sus puertas hay una zona de hierba con mesas de madera donde los chicos salen a almorzar y fumar un cigarrillo. El caso es que suelen tirar restos de comida y la fauna de los alrededores acude para dar cuenta del regalo. Carlos ya había sorprendido a ese mismo animal en ocasiones anteriores pero el otro día se alejó unos metros para mear y de pronto, cuando ya había empezado, la vio en la ladera de enfrente. Nos contó que estaba muy cerca y, al contrario que otras veces, la raposa no se espantó sino que se le quedó mirando fijamente, las orejas alerta, los ojos amarillos fijos en el adolescente que expulsaba un chorro humeante en el frío de la mañana. Nuestro hijo nos dijo que lo que verdaderamente le impresionó fue la naturaleza de su mirada, no tenía nada que ver con la de un perro doméstico, era algo muy diferente, dijo, la mirada de un animal salvaje, una mirada tan desconfiada e inteligente que casi parecía humana. Calibraba el riesgo, nos contó, y supo que él, en aquellas circunstancias, no era un peligro para ella, así que se detuvo unos segundos para examinarle y después desapareció.

miércoles, 15 de enero de 2014

Una dirección, un propósito

He salido a dar un paseo cuando ya había oscurecido, un pie delante del otro sin dirección precisa, girando en esta o en aquella esquina porque sí, camino de ninguna parte disfrutando del frío, la mente derivando de un pensamiento a otro con la misma ausencia de propósito que mis zapatos. Cuando me he querido dar cuenta estaba entre una plaza de toros que apenas se utiliza y una antigua iglesia renacentista desacralizada. En esta última asistí hace más de diez años a la presentación de un libro de poemas que después, por ser yo miembro del jurado de los premios literarios de la ciudad, acabó con una inesperada invitación a cenar junto a la escritora en cuestión y algunos comensales más. Fue una de mis últimas incursiones en ese mundo que tanto me decepcionó. Toda la juventud deseando ser escritor para descubrir que, además de escribir, había que ser un absoluto gilipollas para prosperar en ese ecosistema. Qué lejano y remoto me ha parecido todo aquello esta noche. Comenzaba a lloviznar de nuevo y he decidido regresar a casa un pie delante del otro, las manos en los bolsillos del abrigo, el frío en el rostro, una dirección, un propósito.

martes, 14 de enero de 2014

Felicidad

Por la mañana cayó una lluvia fina e ingrávida. El cielo tenía la textura y el color gris pálido de los días de nieve. Si hubiera hecho más frío las leves gotas de agua se habrían convertido en copos. Qué felicidad.

lunes, 13 de enero de 2014

Asesinos, criminales, canallas

Me llama mi madre por teléfono para decirme que finalmente va a hacerse el TAC en un laboratorio privado porque en el sistema público de salud debía esperar hasta septiembre. La prueba se solicitó, con carácter preferente, en diciembre, lo cual significa diez meses de espera ¡con carácter preferente! Ella tuvo en noviembre un ataque súbito de vértigos y vómitos que le hizo perder el oído izquierdo, donde desde hace muchos años llevaba instalada una prótesis interna. Los especialistas deben dilucidar si lo sucedido es debido a un movimiento de la prótesis o a otras causas, pero sin un TAC es imposible saberlo a ciencia cierta. Mi madre pasó muchas semanas con unos vértigos tan terribles que al principio no podía siquiera moverse por su casa. Afortunadamente el tratamiento farmacológico los ha amortiguado lentamente y ahora está algo mejor, aunque su calidad de vida se ha visto muy mermada. «¿Cómo voy a seguir así hasta septiembre?», me preguntaba hace un momento desde el otro lado de la línea.

Yo, que soy un defensor acérrimo de los servicios públicos, hace tiempo que la instaba a acudir a la medicina privada, al final lo importante es curarse y por suerte mis padres pueden permitirse pagar los doscientos y pico euros que cuesta la prueba, pero al colgar el teléfono no he podido evitar pensar en las miles de personas que cobran el subsidio de 426 euros mensuales que abona el Instituto Nacional de Empleo a aquellos que han agotado todas las prestaciones y cumplen determinados requisitos -porque ni siquiera todo el mundo en esas circunstancias tiene derecho a semejante miseria y existen en España ciudadanos que carecen absolutamente de ingresos y viven, literalmente, de la caridad de sus familiares, amigos, parroquias o asociaciones benéficas. Si cualquiera de estas personas o, tampoco hay que ir tan lejos, cualquier empleado que trabajando cuarenta horas a la semana percibe el salario mínimo español, es decir: 645,30 euros mensuales, uno de los más bajos de Europa; si cualquiera de estas personas, digo, se pusiera enferma y tuviera que hacerse una prueba médica de orden preferente como la de mi madre -¡no puedo imaginar la tardanza de las ordinarias!- tendría que esperar casi un año, y esto con plantas de hospitales cerradas y desiertas, máquinas inutilizadas por falta de personal especializado, etcétera.  No me cabe la menor duda de que cientos, acaso miles de pacientes, han muerto esperando su turno en las colas de la sanidad pública, lo cual convierte a quienes tomaron la decisión de recortar esas partidas en asesinos, criminales, canallas, hijos de puta como la copa de un pino, piltrafas humanas sin un ápice de consideración hacia sus semejantes. Es así de sencillo y desgarrador.

Le digo que cuando sepa el día del TAC me llame. Le digo que les quiero muchísimo y cuelgo.

domingo, 12 de enero de 2014

Imposibilidad

La tarde del domingo fluye lentamente hacia el futuro. Nada podrá detenerla.

sábado, 11 de enero de 2014

El precio de la libertad

Me siento culpable por no haber acudido esta noche al ensayo del coro. No lo suficientemente culpable como para rasgarme las vestiduras y azotarme la espalda con el cinturón, pero sí un poco culpable. Es el precio de la libertad.

viernes, 10 de enero de 2014

Privilegio y honor

En una de las dos sillas que hay al otro lado de mi mesa una mujer lloraba por su hijo muerto en un accidente de tractor a los veintidós años de edad; en esa misma silla, un rato después, otra mujer daba de mamar discretamente a su bebé de cinco días mientras yo le tramitaba la prestación de maternidad. No hay mañana en la que no sienta el privilegio y el honor.

jueves, 9 de enero de 2014

Y sin embargo

Comprendo que para poder vivir con un nivel tolerable de estrés es necesario creer que todos los días son y serán más o menos similares, que los acontecimientos fluyen y seguirán fluyendo sin demasiado ruido, que lo que nos rodea es aproximadamente previsible. Así es como debe ser, y me parece bien: nuestra afinación, nuestra armonía, es el fruto de miles, de millones de años de evolución. Y sin embargo.

miércoles, 8 de enero de 2014

Cruceros espaciales

Pienso en las viviendas como naves desde que era muy pequeño. Submarinos, cruceros espaciales, buques mercantes. Lo mejor es que ni siquiera es una metáfora porque navegamos de verdad.

martes, 7 de enero de 2014

Cerebro corrugado

Los martes abrimos al público hasta las siete de la tarde. Cuando salgo de la agencia comarcal ya es de noche. Compro tomates de colgar en una frutería y vengo a este apartamento que todavía siento tan nuevo y tan insólito. Junto al portal hay una empresa de paquetería y diseño gráfico donde trabajan una chica y un chico. Cada día los veo varias veces a través del escaparate, cada día ellos me ven a mí, nos miramos y nada más. Siento que se acerca el momento en el que les saludaré desde el otro lado del cristal, ¿qué otra cosa puede hacer un ser humano cuando se cruza con alguien a diario? Me lo pide el cuerpo y me lo impide mi pequeño cerebro corrugado, ese pequeño monstruo de zumbido permanente contra el que luchan los rítmicos latidos de mi corazón.

lunes, 6 de enero de 2014

Irse y llegar

Nos hemos besado, has salido del coche y te has alejado hacia la estación. Nunca quieres que te despida en el andén y te comprendo, yo tampoco lo querría, no nos gustan esas cosas. Aunque no deja de ser curioso que cuando llegas sí, entonces sí te guste verme allí esperándote. Ambos sabemos bien cuán distinto es irse y llegar.

domingo, 5 de enero de 2014

Escalofrío de felicidad

Los restos de confeti sobre el asfalto. El brillo en los ojos de los niños que regresan de la cabalgata. Yo fui uno de ellos. Recuerdo perfectamente el escalofrío de felicidad que me recorría la espalda al pensar en mañana.

sábado, 4 de enero de 2014

Que el amor es verdad

Por la mañana el mar estaba tranquilo, casi sólido como el mercurio bajo un cielo gris que anunciaba lluvia. Después de comer en un restaurante junto a la playa mi amigo y yo hemos caminado despacio por el largo paseo marítimo. Hacía un año y medio que no estábamos juntos pero ha sido como si nos hubiésemos visto ayer. Cuando nos hemos despedido llovía a cántaros, igual que los primeros ochenta kilómetros hasta dejar Barcelona atrás. Que el amor es verdad lo confirma, entre otras cosas, la existencia de la amistad.

viernes, 3 de enero de 2014

Cenicienta

Había olvidado esta premura de Cenicienta: el día termina y antes de que desaparezca para siempre necesito escribir algo pertinente, algo significativo siquiera para ti y para mí. Que mi hija ha venido hoy de Zaragoza, por ejemplo, y ahora mismo estudia sentada al otro lado de la mesa del salón, su cabeza inclinada sobre los libros, tan seria y concentrada.

Mañana, en este baile de peonzas que es mi pequeña familia en los últimos tiempos, la llevaré a su piso de la calle Provenza en Barcelona y después seguiré viaje hasta Blanes para comer con un amigo al que no veo desde hace demasiado tiempo. Tengo ganas de pasear a la orilla del mar. Ah, el mar.

jueves, 2 de enero de 2014

Furtivos

Caminamos de la mano como cuando éramos novios. El suelo está mojado porque llovió brevemente antes de que saliésemos del apartamento. Algunas personas me saludan con un hasta luego, un hola o un discreto movimiento de cabeza. Los adornos luminosos brillan en las calles y los escaparates de esta pequeña ciudad de provincias mientras la navidad empieza a desvanecerse. No falta mucho para que los reyes magos partan, furtivos, antes del amanecer.

miércoles, 1 de enero de 2014

Todo comienza

Hace pocos días vomitaba arrodillado delante de un retrete. En este mismo instante el frío arrasa las calles de Barbastro cubriendo de hielo los parabrisas de los coches aparcados en las aceras. Nada es nuevo. Todo comienza.