miércoles, 31 de julio de 2013

Rumbo

Mantener el rumbo, no existe otra tarea. Si en un descuido se pierde, recuperarlo sin remordimientos. Mantener el rumbo bajo el sol y también bajo las estrellas de la noche. Mantener el rumbo no por el destino, que ya conozco, sino por la armonía.

sábado, 27 de julio de 2013

Pecado original

Sucedió que Adán y Eva mordieron la manzana prohibida, y tras su acto pecaminoso las nubes del cielo se abrieron y en todo el paraíso se escuchó la voz de Dios diciendo: «¡Habéis traicionado vuestro compromiso, teníais todo lo que los individuos de vuestra raza podían desear pero comisteis el fruto del único árbol que, en mi sagrada arbitrariedad, os ordené evitar! ¡Escuchadme pues: erais inmortales y ahora seréis mortales, vuestras necesidades estaban cubiertas ampliamente por la naturaleza y a partir de hoy deberéis ganar el alimento con el sudor de vuestra frente, pero no será éste el peor castigo que os impondré, oh, no! ¡La peor condena, la que hará que vosotros y vuestros hijos y los hijos de vuestros hijos se arrepientan eternamente de vuestro pecado original será -sobre todo si viven en el valle del Ebro o en el arco mediterráneo- la nueva estación que acabo de crear: el verano! ¡Ah, insensatos, no sabéis lo que habéis hecho!».

viernes, 26 de julio de 2013

Samaria

He escrito tanto que no sé si lo que voy a contar ya lo conté una vez -o dos, o tres-, pero da igual, el caso es que hace algún tiempo vino a nuestra agencia comarcal un chico de Gambia a quien le habían denegado la renovación de su permiso de trabajo por una deuda contraída con la Seguridad Social. Ascendía a unos doscientos y pico euros, si no recuerdo mal, una cantidad de la que no disponía pues llevaba sin trabajar varios meses. Nos explicó que subsistía gracias a la solidaridad de algunos amigos y, en un momento dado, se puso a llorar. Cuando el joven se levantó de su silla una señora mayor de Barbastro le sustituyó. Tras resolver la consulta que la había traído a nuestra oficina comentó que no había podido evitar ver cómo lloraba el joven negro, algo que le había conmovido. Nos preguntó el motivo de su desesperación y nosotros, preservando los datos más confidenciales, le comentamos muy por encima lo que había pasado. Ella dijo que quería pagar la deuda, que le dijésemos dónde debía ingresar el dinero; también nos pidió con vehemencia que todo aquello quedara en el anonimato más absoluto. Tras unos instantes de desconcierto le dimos un número de cuenta y al final de la mañana la buena señora regresó con un recibo que enviamos por fax a Huesca. La deuda de aquel desconocido había sido saldada y ya podía renovar su permiso de trabajo en España. Obviamente nos pusimos en contacto con él para comunicarle la buena noticia y se presentó en la agencia y nos rogó y suplicó la identidad de su benefactora. Sólo quiero darle las gracias, decía con los ojos húmedos e incrédulos, pero no podíamos incumplir nuestra promesa.

Hoy, conmocionado por la tragedia del terrible accidente ferroviario en Santiago de Compostela, recordé a aquella señora y lo que había hecho. Pensé en ella cuando los medios de comunicación señalaban la generosidad de los vecinos que en los primeros momentos de caos salieron de sus casas dispuestos a ayudar a sus semejantes sin pensárselo dos veces, enfrentándose con valor a situaciones traumáticas, dando consuelo a los heridos con el contacto físico de una mano o una voz amiga mientras esperaban la llegada de las ambulancias.

Como trabajo diariamente con personas, con seres humanos milagrosamente comunes y corrientes, esa información no me sorprendió: yo sé que la gente es buena, lo he comprobado muchas veces, lo cual no me conmueve menos ni disminuye mi pequeña pero palpitante esperanza.

domingo, 21 de julio de 2013

Pronto

A la izquierda la luna llena brilla entre las nubes sobre el edificio de ladrillos rojos iluminado por las farolas. A la derecha relámpagos y truenos rompen la lejanía que se acerca. En el parque bajo mi casa unos jóvenes gritan: «¡Lorenzo, Lorenzo, ¿te has vuelto loco? ¿A dónde cojones te crees que vas?». Una salamanquesa cruza el murete, se detiene en el ángulo de la esquina y desaparece. Pronto lloverá. Pronto me iré.

sábado, 20 de julio de 2013

Ibuprofeno

Sobrevivo como puedo a este limbo de calor insoportable y desorden logístico que llaman verano o, lo que viene a ser lo mismo, el infierno.

Cuando pensaba que nada podía ser peor, esta mañana, al agacharme para abrir la agencia, he sufrido un súbito ataque de lumbago. Ni siquiera me ha sorprendido.

Me gustaría tanto ser optimista.  En serio, no deseo otra cosa, lo juro mientras el ibuprofeno comienza a dejar de hacer efecto. Yo siempre creí en la felicidad.

viernes, 12 de julio de 2013

La última frontera

Las hélices del ventilador se hacen invisibles al girar en su jaula metálica.  Me impulsan hacia adelante y, si cierro los ojos, me elevan sobre este caluroso verano de mudanzas, cajas de cartón abiertas, calor africano, una casa destripada.  Anochece perezosamente en la terraza.  Chillan los vencejos en el cielo del horno. Contemplo el ventilador y me regalo el pensamiento de un hidroavión sobrevolando las gélidas montañas de Alaska, la última frontera.