Ayer escribí que no podía escribir, que no tenía nada más que añadir. En los comentarios contesté a mi amiga Elvira que cada día sin escribir era como una aguja clavada en mis uñas, y a Penélope (aunque ella lo escribe al revés) le dije que no sabía qué echaba más de menos, si navegar o tejer. Hace un rato he borrado el texto en cuestión por pura vergüenza.
«No puedo escribir», escribí (porque, para más inri, lo escribí). ¿Cómo pude atreverme a redactar algo semejante, qué ataque de victimismo y autocompasión barata me hizo bajar la guardia? Porque no hay nada más cierto en este mundo que llegará el día en el que no pueda escribir -ni leer ni follar ni comer ni beber-, pero ese día no ha llegado aún.
martes, 10 de diciembre de 2013
Pero ese día no ha llegado aún
Publicado por Jesús Miramón a las 21:32
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10 comentarios:
Así me gusta. Un abrazo.
¡Bien!!! Un abrazo alegre hoy
Menos mal...
Estaba pensando... si en lugar de escribir tu post de ayer hubieras dejado ese pensamiento flotando en tu mente, sin plasmarlo, seguramente no habría provocado en ti la reacción de hoy. Así que fue bueno que lo escribieras, ¿no?
Beso
todavía es de noche,
las luces de los coches
empiezan su batalla contra la neblina
y a mi izquierda hay un tímido reflejo rosado
aquí en el frío, leyendo
sonrío
porque estamos vivos
porque estás vivo
y estoy de acuerdo con Elvira...
un beso!
Muy bien, Aragorn.
Me alegro yo también.
Un abrazo.
Tienes toda la razón, Elvira, fue bueno que lo escribiera porque al hacerlo me di cuenta (con cierto retraso, eso sí) del patetismo de semejante pensamiento.
Besos y abrazos a todos. Y gracias también, sobre todo muchas gracias.
También podría ser que te falte esta niebla que tenemos en Binéfar desde hace siete días y la eches de menos. Y los viajes por la mañana con ella.
Un abrazo
Desde luego que la echo de menos, y los viajes también. Un abrazo.
Quedan los viajes mentales, que dan, a la vez, más y menos libertad.
Yo no podría vivir sin viajes de ambos tipos: mentales y físicos. Para los viajes físicos hay que escoger caminos que te gustan.
A veces me gusta hacer desvíos y siempre me gusta hacer meandros. Yo pudiera haber hecho lo mismo con un post: escribirlo, publicarlo, retirarlo y republicarlo con alguna reflexión previa. En realidad, lo hice varias veces y llegué hasta querer cerrar mi blog.
Un abrazo
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