Julio comienza con una tormenta de verano de mil pares de cojones. Truenos, relámpagos, lluvia furiosa de gotas gruesas y veloces como balas. La nave y sus camarotes, eso sí, ni se mueven. Cualquiera pensaría que en vez de estar navegando alrededor del Cabo de Hornos estuviese yo viajando a bordo de un estático y pequeño apartamento tierra adentro, a centenares de kilómetros del mar. Así de engañosa puede llegar a ser la realidad.
miércoles, 2 de julio de 2014
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6 comentarios:
Me gusta esa imagen de viajar a bordo de un pequeño apartamento.
Llevo unos días, pocos, pensando que vivo en el cantábrico, por lo menos. No creo que dure mucho, pero algo es algo.
Un abrazo
Ya lo digo yo: la verdad es a veces la más embustera.
Muy engañosa, mucho. Un beso
pero la lluvia, por suerte, es verdadera.
Besos y abrazos.
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