La casa de mi tía Milagros estaba junto a la Bajadilla de Campos, un camino donde el pueblo terminaba dando paso a la naturaleza. En ese camino mi hermano Javier se rompió la muñeca bajando en bicicleta hacia atrás. En ese camino, a la izquierda, había una pequeña era en la que reinaba un nogal antiguo y nobiliario; más abajo comenzaban los campos de espárragos, los melonares, las viñas, las áridas y pequeñas colinas vírgenes, los zarzales de moras, los sotos umbrosos allí donde corría el agua de arroyos y acequias. Aquel era nuestro territorio, el territorio de Jesusmari, Javier y nuestro primo Tomasín. Juntos, verano tras verano, exploramos todas las edades del hombre, desde el Paleolítico hasta la Edad del Hierro pasando por el Neolítico sin saltarnos el descubrimiento del fuego, la construcción de cabañas y la recolección de frutos. Mi primo Tomasín era una mezcla de Mowgli y Tarzán, un verdadero hijo del bosque que nos guiaba a través de senderos secretos y sobre las copas de los árboles.
Esta pasada madrugada se ha muerto mi tía Milagros. Sucedió de improviso, mientras dormía junto a su marido, mi tío Tomás. Cuando mi hermano Javier me lo ha comunicado por teléfono todos los recuerdos han despertado en mi memoria: la Bajadilla de Campos, que ahora es una calle asfaltada que da acceso a un barrio residencial de chalés y casas adosadas; la puerta del corral de nuestro primo Tomasín, siempre abierta para ir a buscarle; mi tía alegre, afectuosa, única e irrepetible en el mundo.
Todos somos olas de paso. Acariciamos la orilla y nos retiramos permitiendo que quienes llegan detrás puedan hacer lo mismo. Ese es todo el misterio.
domingo, 7 de abril de 2013
Todo el misterio
Publicado por Jesús Miramón a las 23:33
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11 comentarios:
Lo siento, Jesús.
Es un bonito homenaje, esto.
Un abrazo.
La rapidez y la calma en irse es un privilegio que ya pocos alcanzan.
Un abrazo
Pues un fuerte abrazo, Jesús. Hermosísimo lo que has escrito.
Un beso, Jesús.
Acabo de llegar ahora a Binéfar. Desde el trabajo he conducido hasta Cascante para asistir al funeral. Como otras veces, mis hermanos y yo hemos llevado el ataúd a hombros hasta el altar. Me he reencontrado con primos y familiares a los que hacía mucho tiempo que no veía, también con mi primo Tomasín, a quien tanto queremos. Estoy reventado pero me siento bien. Mi prima Nati, la primera hija de mis tíos, murió a los dieciséis años víctima de una enfermedad. Yo tenía trece. Recuerdo que fue un trauma para toda la familia. Hoy las hemos enterrado juntas, algo que nos ha emocionado a todos. Me gustaría creer que ayer, cuando murió, su hija la estaba esperando en el cielo y la abrazó y besó como cuando era pequeña.
Un abrazo y gracias a todos.
Un abrazo, Jesús, siempre escribes bien.
Un final por el que yo firmaría: morir durmiendo al lado del hombre al que amaba. Pero me temo que no puedo hacerlo ya...
Un abrazo grande, Jesús.
Gracias, José Luis, ojalá fuera verdad.
Un abrazo.
Un abrazo fuerte, Teresa.
Esta mañana me acordé de tí. ya están de nuevo los pájaros revoloteando por aquí ¿cómo los llamas tú, golondrinas, aviones, vencejos? ya están de nuevo con sus gritos y sus vuelos de caídas en picado. Echaba de menos eso, a los pájaros, a tu blog entre otras cosas. La primavera te ha traído tambien a tí. Siento tu pena.
Durante años pensé que eran vencejos pero descubrí que los que anidan en mi casa son aviones comunes, de la misma familia. Aquí todavía no han llegado. Gracias, Victoria.
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