lunes, 23 de junio de 2014

Secretos

Desde hace unas semanas vivimos solos mi hijo y yo. Nos entendemos más o menos bien. Yo todavía no he olvidado cómo era a su edad y sé que lo que entonces quería era, básicamente, que me dejaran en paz. No existe otro secreto.

Este fin de semana han venido ellas: su madre y su hermana; mi mujer y mi hija. No es por nada pero cuando las mujeres que queremos aparecen en nuestro hábitat masculino todo cambia, y no sutilmente. De pronto hace aparición el sentido común, por ejemplo. De pronto debemos estar atentos a sus expectativas en cuanto a la expresión espontánea de nuestros sentimientos, por ejemplo, y todas nuestras reacciones básicas, sobre todo las más instintivas, son susceptibles de ocasionar un conflicto que, por supuesto, seremos incapaces de comprender aunque simulemos hacerlo.

Os queremos. Creedme, os queremos con toda nuestra oportunista y muscular sensibilidad; os queremos con toda sinceridad mientras nos sumergimos temerosamente en vuestros preciosos ojos preguntándonos cómo es posible amar así a alguien tan distinto a nosotros.

8 comentarios:

José Antonio Peñas dijo...

Amamos, precisamente, esa diferencia. Sería absurdo buscarnos a nosotros mismos en otras personas, incluso si nos hemos perdido perdido

NáN dijo...

Qué difícil los primeros años, el ajuste, aceptar, como dices,la comprensión de lo que no comprendemos.

Jesús Miramón dijo...

Por supuesto todos los verdaderos y sólidos secretos son de conocimiento general. Por eso nos consuelan y compadecen; por eso nos revelan, en el mejor de los casos, algo muy parecido a la verdad.

giovanni dijo...

Me hiciste sonreír.
Un abrazo

Javier de la Iglesia dijo...

https://plus.google.com/u/0/115397971209675700591/posts/br1y5JkvDPX

Jesús Miramón dijo...

Un mundo sin mujeres, más allá del sexo (si eso es posible), no merecería la pena de ser vivido. Para mí ellas son lo mejor de toda esta extraña experiencia.

Abrazos.

pseudosocióloga dijo...

Casi todo en ésta vida creo que es reflejo de la educación pero el tema de las expectativas, ese, creo que es innato porque, a mi por lo menos, se me escapa.
Y todos mis conflictos graves de pareja han sido a resueltas de ellas.

Jesús Miramón dijo...

Ah, es que la el núcleo de los conflictos entre mujeres y hombres casi siempre se nutre de las infundadas expectativas de ellas y la rupestre incapacidad de ellos para la telepatía instantánea. Es mi modesta opinión tras un trabajo de campo de treinta años.