lunes, 13 de enero de 2014

Asesinos, criminales, canallas

Me llama mi madre por teléfono para decirme que finalmente va a hacerse el TAC en un laboratorio privado porque en el sistema público de salud debía esperar hasta septiembre. La prueba se solicitó, con carácter preferente, en diciembre, lo cual significa diez meses de espera ¡con carácter preferente! Ella tuvo en noviembre un ataque súbito de vértigos y vómitos que le hizo perder el oído izquierdo, donde desde hace muchos años llevaba instalada una prótesis interna. Los especialistas deben dilucidar si lo sucedido es debido a un movimiento de la prótesis o a otras causas, pero sin un TAC es imposible saberlo a ciencia cierta. Mi madre pasó muchas semanas con unos vértigos tan terribles que al principio no podía siquiera moverse por su casa. Afortunadamente el tratamiento farmacológico los ha amortiguado lentamente y ahora está algo mejor, aunque su calidad de vida se ha visto muy mermada. «¿Cómo voy a seguir así hasta septiembre?», me preguntaba hace un momento desde el otro lado de la línea.

Yo, que soy un defensor acérrimo de los servicios públicos, hace tiempo que la instaba a acudir a la medicina privada, al final lo importante es curarse y por suerte mis padres pueden permitirse pagar los doscientos y pico euros que cuesta la prueba, pero al colgar el teléfono no he podido evitar pensar en las miles de personas que cobran el subsidio de 426 euros mensuales que abona el Instituto Nacional de Empleo a aquellos que han agotado todas las prestaciones y cumplen determinados requisitos -porque ni siquiera todo el mundo en esas circunstancias tiene derecho a semejante miseria y existen en España ciudadanos que carecen absolutamente de ingresos y viven, literalmente, de la caridad de sus familiares, amigos, parroquias o asociaciones benéficas. Si cualquiera de estas personas o, tampoco hay que ir tan lejos, cualquier empleado que trabajando cuarenta horas a la semana percibe el salario mínimo español, es decir: 645,30 euros mensuales, uno de los más bajos de Europa; si cualquiera de estas personas, digo, se pusiera enferma y tuviera que hacerse una prueba médica de orden preferente como la de mi madre -¡no puedo imaginar la tardanza de las ordinarias!- tendría que esperar casi un año, y esto con plantas de hospitales cerradas y desiertas, máquinas inutilizadas por falta de personal especializado, etcétera.  No me cabe la menor duda de que cientos, acaso miles de pacientes, han muerto esperando su turno en las colas de la sanidad pública, lo cual convierte a quienes tomaron la decisión de recortar esas partidas en asesinos, criminales, canallas, hijos de puta como la copa de un pino, piltrafas humanas sin un ápice de consideración hacia sus semejantes. Es así de sencillo y desgarrador.

Le digo que cuando sepa el día del TAC me llame. Le digo que les quiero muchísimo y cuelgo.

11 comentarios:

Elvira dijo...

Como la copa de un pino.

El vértigo es muy angustioso e incapacitante, hace muy bien en ir cuanto antes a hacérselo.

Que vaya todo lo mejor posible, Jesús! Un beso

Portarosa dijo...

Lo estamos haciendo fatal...

Un abrazo, querido Jesús.

Epolenep dijo...

Un abrazo!

andandos dijo...

Un abrazo, Jesús.

molinos dijo...

Puff...todo es un despropósito. Espero que lo de tu madre se resuelva pronto y de la mejor manera posible...un beso.

giovanni dijo...

Comparto tu rabia hacia los responsables de las cortas en la salud pública y, agrego, hacia los responsables de todas esas políticas económicas neoliberales que rigen en Europa y que hacen sufrir, más que todo, a las personas con pocos ingresos y pocas chances de empleo en Europa del Sur. Es un escándalo y los del norte de Europa son cómplices en esos asesinatos!!
Hace poco vi un documental (creo que fue de la BBC) sobre la salud pública en Grecia y como médicos tratan de hacer todo lo posible para que no muere la gente. Un médico dijo que en Grecia habían muerto miles de personas sin ser necesario. Pudieron haber prevenido esos muertos con los recursos adecuados. Repito: es un escándalo!
Tenemos que cambiar esto, tenemos que poner fin a estas políticas criminales. Ve lo que escribí con respecto a eso en mi otro blog, “Thoughts” (Pensamientos): www.fondad.blogspot.com (con Google traductor saldrá un texto entendible)

Un abrazo (desde Holanda)

Jesús Miramón dijo...

Muchas gracias a todos.

Como bien dice Giovanni, esta es una de las consecuencias del triunfo del neoliberalismo en el mundo desarrollado: menos servicios públicos de calidad, menos protección del estado, menos cohesión social, más diferencias de clases económicas, menos igualdad, menos justicia, menos ética, menos humanidad. En el caso del sistema sanitario español resulta doblemente doloroso porque, además de las dramáticas consecuencias personales, debemos añadir el hecho de que era una de las pocas cosas de las que los españoles podíamos presumir en todo el mundo (digo bien: en todo el mundo).

La crisis que ese mismo capitalismo financiero provocó se está llevando por delante servicios públicos elementales, obsesionados por un déficit que sin embargo no ha impedido que se haya ayudado con dinero de todos a bancos arruinados por su mala gestión. El agravio y la perversión son tan descarados que duelen como un puñetazo en el estómago.

Besos y abrazos.

javimar dijo...

Hola Jesús.
Hoy pensaba precisamente en cual debía ser la diferencia entre esos que toman ciertas decisiones, aparentemente asépticas, pero que finalmente acaban costando vidas (muchas, miles) que lamentan como una especie de “daños colaterales” y aquel que empuña y dispara una pistola y justificara los muertos causados aduciendo que él sólo puso en movimiento las balas y fueron estas las que mataron.
Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

La diferencia es de matiz, de distancia, de salpicadura. A quienes deciden recortar en sanidad (o educación o investigación o prestaciones sociales) la sangre no les salpica en la cara o el traje como sí sucede con los sicarios. Por lo demás son tan criminales como éstos.

Un abrazo.

NáN dijo...

Llego tarde, pero llego. Tanto dolor hace que a mí me cueste vivir.

Ánimo a tu madre y me uno a los gritos de furia, rabia e impotencia. El tardocapitalismo neoliberal ha matado a más personas que las grandes dictaduras, pero enfurece verlos tan asépticos.

Jesús Miramón dijo...

Gracias, Nán, un abrazo.