Los médicos forenses y los poetas comparten un mismo conocimiento: si nos abren todos somos iguales: órgano por órgano, víscera por víscera, sentimiento por sentimiento, nadie es distinto. Es un descubrimiento desconcertante que, paradójicamente, convierte a cada uno de nosotros en un milagro.
viernes, 7 de febrero de 2014
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