Febrero termina con los campos ocres verdeciendo alrededor de la lustrosa carretera donde llovió hace unas horas. Esta mañana, regresando de la consulta con mi psicóloga, vi las primeras flores en las ramas de un viejo y destartalado almendro que crece en un gran descampado entre el río y la calle Torreciudad. Febrero se despide con el cierzo obligándome constantemente a corregir la trayectoria del coche mientras me acerco kilómetro a kilómetro a la ciudad donde crecí y ella me espera.
viernes, 28 de febrero de 2014
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2 comentarios:
Aventurado, tener una ciudad donde ella te espera.
Lo soy.
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