sábado, 8 de febrero de 2014

Bofetadas

Lo peor, lo más indignante y aun humillante para nosotros, ciudadanos normales que trabajamos lo mejor que sabemos, pagamos impuestos y sacamos adelante a nuestras familias cumpliendo la ley y educando a nuestros hijos en el valor de la honestidad; lo más humillante, digo, es que nos tomen por idiotas con tal desfachatez, sin disimulo, sin ruborizarse, sin paliativos. Y este cinismo descarnado no se da solamente en el caso de la hija del Rey, también se exhibe en las muchas tramas corruptas de partidos políticos y sindicatos que este desolador país nuestro alumbra un día sí y otro también. Tantos insultos a nuestra inteligencia duelen como si fuesen bofetadas.

5 comentarios:

Angela dijo...

¿Por qué crees que nos toman por idiotas? Eso significaría que nos tienen en su mente.

NáN dijo...

Sin contar con la enormidad de paisanos que reciben realmente bofetadas que causan mucho dolor. Delante de nuestros ojos. Sin que sepamos qué podemos hacer.

Te aseguro que todos los días me cuesta retormarme y mantenerme en pie y atento.

Jesús Miramón dijo...

Desgraciadamente siempre ha existido la corrupción, sobre todo en nuestro país, donde es casi antropológica (El Lazarillo de Tormes, la picaresca, el enchufismo, etcétera). Lo que yo nunca había visto era tanta desfachatez al hacernos comulgar con ruedas de molino, esa falta de respeto siquiera a las formas, a la vaselina... Es algo que me deja estupefacto.

Y no, no nos tienen en cuenta porque hagan lo que hagan seguimos votando mayoritariamente a los mismos dos partidos de siempre -que, a su vez, soportan y respetan la monarquía y sus prebendas. Es así: nos toman por idiotas porque lo somos, y lo saben. Ahí están Valencia, Cataluña, Galicia, Madrid, Andalucía... Da igual lo corruptos que sean, ¡vuelven a salir elegidos una y otra vez! Idiotas no, somos gilipollas.

Y en cuanto a la monarquía... la infanta Elena ha mentido o, lo que es lo mismo, ha declarado que no sabía nada de lo que hacía su marido y le permitía llevar un tren de vida muy por encima de del de su ya privilegiada condición de miembro de la casa real, que no sabía de dónde salía el dinero de las tarjetas de crédito con las que blanqueaba el dinero de los negocios turbios de su marido, que no sabía quién pagaba a su servicio doméstico, que firmaba documentos sin leerlos, que en las juntas a las que asistió no se enteraba de nada, que no se acordaba, luego ha sonreído y se ha ido. Si se hubiera llamado Manuela Jiménez Jiménez hace días que hubiera sido condenada, y eso lo sabe ella, lo saben sus abogados, lo sabe el fiscal y lo sabemos todos, todos lo sabemos, ¡incluso los que la defienden en la prensa más monárquica lo saben sin ningún género de duda! ¡Todo el mundo sabe que si ella no fuese quien es y su marido no estuviera casado con ella hace días que estarían condenados por múltiples delitos económicos! ¡De esto nadie, absolutamente nadie tiene la menor duda!

Pero da igual. La esperanza de la verdadera justicia descansa ahora en las espaldas de un juez cerca de la jubilación que hasta ahora ha logrado, a trancas y barrancas, seguir adelante. Quién sabe, tal vez en este caso concreto todo no esté perdido. (Se ve que además de idiota y gilipollas soy también ingenuo, lo que me faltaba)

CG dijo...

Irán a por ese juez cuando haga lo que tenga que hacer desoyendo lo que le dicen que haga. ¿Qué haremos entonces?. Probablemente seguiremos callados o nos desahogaremos en algún blog. Nos toman por idiotas y quizá no seamos idiotas pero nos comportamos como gente a la que se puede tomar impunemente por idiota. Y no hay tanta diferencia.

Jesús Miramón dijo...

Bueno, coincidimos en la triste conclusión. Por cierto, CG, ya sé quién eres (por la fotografía). Hoy has estado donde yo trabajo, si no me equivoco. Otro día -si quieres- podrías saludar a este idiota. Un saludo.