Y, hablando de realismo, ¿no escuchas los ladridos de los lobos marinos en las playas de guijarros negros al pie del cabo de Hornos? Hubo un tiempo en el que en su cima ardían hogueras de tribus que ya no existen. Tú, como los lejanos y casi olvidados campos y colinas, sí existes, tú todavía existes, y en medio de la tormenta recuerdas las granjas remotas, los suaves caminos que llevaban a ellas, las nubes blancas, los cielos azules.
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