viernes, 3 de enero de 2014

Cenicienta

Había olvidado esta premura de Cenicienta: el día termina y antes de que desaparezca para siempre necesito escribir algo pertinente, algo significativo siquiera para ti y para mí. Que mi hija ha venido hoy de Zaragoza, por ejemplo, y ahora mismo estudia sentada al otro lado de la mesa del salón, su cabeza inclinada sobre los libros, tan seria y concentrada.

Mañana, en este baile de peonzas que es mi pequeña familia en los últimos tiempos, la llevaré a su piso de la calle Provenza en Barcelona y después seguiré viaje hasta Blanes para comer con un amigo al que no veo desde hace demasiado tiempo. Tengo ganas de pasear a la orilla del mar. Ah, el mar.

4 comentarios:

molinos dijo...

Bien. Me gusta esta nueva rutina tuya.
Ayer pasé por Basbastro y le hablé a Molimadre de ti.

Un beso

Jesús Miramón dijo...

Un beso, Moli.

Angela dijo...

Yo también tengo ganas de pasear a la orilla del mar. Hace varios años que no lo hago.

Jesús Miramón dijo...

Para quienes nacimos tierra adentro el mar siempre es una maravilla misteriosa. Yo hoy, sólo con su cercanía y su olor, lo he disfrutado mucho.